Censurando a la censura

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Re: Censurando a la censura

Mensaje por PanchoVertigen » 14 Abr 2013 09:43

Shadow10 escribió:
professor keller escribió:Un genio, ¿qué duda hay? Lo que no entendí es si el programa fue censurado o pasó desapercibido.
Pasó censura y circuló de mano en mano.

¡Jóvenes, por favor, no sean tan procaces! :roll: Además antes pasaban un No-DO, que como todo el mundo sabe significa NO DOy abasto.
Última edición por PanchoVertigen el 14 Abr 2013 12:51, editado 1 vez en total.
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Re: Censurando a la censura

Mensaje por Shadow10 » 14 Abr 2013 11:09

PanchoVertigen escribió:¡Jóvenes, por favor, no sean tan procaces! :roll:
Tienes razón, dejemos los juegos de manos.

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:risa: :risa:


Saludos.

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Re: Censurando a la censura

Mensaje por PanchoVertigen » 14 Abr 2013 12:44

Y cuando ya estábamos en democracia (esos pocos años que pasaron antes de caer en la aznarcracia, zapacracia y plasmacracia) se vio lo acertado que era el franquismo al cumplir la norma evángélica de vestir a la desnuda. Porque en esos tiempos del destape en que se convertía un cartel americano púdico
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en uno impúdico de Mary Poppins, sin escoba y enseñando las domingas
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se destapó la mala Hortografía de los publicistas. Jo, macho que onrado es un ladrón que roba las aches e ijoputa un hignorante uérfano.
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Re: Censurando a la censura

Mensaje por professor keller » 14 Abr 2013 13:37

Shadow10 escribió:Pasó censura y circuló de mano en mano.
Me excité :sonrojo:

¿Ustedes conocen la famosa "mancha verde"? Pues resulta que durante la última dictadura argentina ( y también en el período democrático previo a ella, todo hay que decirlo) la censura prohibía y cortaba a mano suelta. En eso estaban cuando llegó a la Argentina "The Shining" (El Resplandor) y claro, se enfrentaron a un serio problema, porque Kubrick no admitía el estreno de sus películas cortadas. De modo que había que dejarla tal cual, o bien no estrenarla, con la consecuente pérdida económica, porque la película venía arrasando. Pero... nada limita la tarea de un censor. Resulta que en la película hay una escena en la que una mujer se levanta de una bañera y camina desnuda hacia el protagonista. Quienes vieron la película la deben recordar. Pues bien, en el momento en que la mujer se levanta y gira hacia cámara, aparece sobre ella una mancha verde, una especie de ameba en movimiento, que tapa todo su pubis... Obviamente ante la imposibilidad de cortar la película decidieron pintar a mano la copia de distribución, total, el contrato de Kubrick seguramente no decía nada sobre copias en mal estado...

Cabe destacar que la escena en cuestión es uno de los momentos cinematográficos más espeluznantes de la historia del cine. Que alguien haya encontrado en ella una carga de erotismo digna de ser censurada habla claramente de cómo funcionan los resortes de esas mentes...

No han quedado muestras de esa atrocidad, pero después traigo una representación para redondear mejor la idea. Yo estuve en el estreno de la película en Buenos Aires y la vi ;)

Edito: la mancha era más o menos así, y acompañaba a la mujer en toda su trayectoria hasta Nicholson:

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jajaja
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Ilustre Monarquía de Salón:
Se agradecería que devuelvan los más
de 500 mensajes míos desaparecidos


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Shadow10
 

Re: Censurando a la censura

Mensaje por Shadow10 » 14 Abr 2013 21:01

PanchoVertigen escribió: Y seguiré en otra ocasión, después de que shadow coloque los carteles censurados por la República.

No sé si sería censura pero ¿no tenían otro cartel para estrenar King Kong en 1933?
Creo que hay varios en los que lleva otras cosas entre manos. :mrgreen:

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Hay que reconocer que el programa de mano tuvo su gracia. :risa: :risa:

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Saludos.

Shadow10
 

Re: Censurando a la censura

Mensaje por Shadow10 » 16 Abr 2013 17:53

Hola a todos.

Uno de los aspectos de la censura en España es el doble filtro que tuvo que pasar el cine al llegar a TVE.

Este reportaje de José Ramón Pérez Ornia, publicado en el diario El País en el verano de 1980 recoge el contenido de las fichas censoras de TVE.
Para intentar hacerlo más ameno lo he ilustrado con los carteles de las películas citadas.

La historia del puritanismo censor en Televisión Española /1
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Durante años, la labor de los "asesores morales" cortó y eliminó centenares de películas.

José Ramon Pérez Ornia El País 16 y 17 de agosto de 1980
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En Televisión Española, tan importante es lo que se emite como lo que se censura. Cuanto más se esforzaban los programadores progresistas -ahora apartados de sus cargos- en hacer llegar al público películas de interés y calidad, más fuerte era durante la última década el empeño de los censores en privar al espectador del goce de contemplar una obra en su versión íntegra. Las fichas de los censores ofrecen datos para saber qué y por qué se censuraba. Interrumpir un beso, ignorar a los clásicos, hacer arreglos y aligerar supuestas escenas escabrosas era incluso menos importante que denigrar la buena imagen que de Hitler y de los nazis se tenía en Prado del Rey. En esta doble página publicamos algunos apuntes de los «asesores morales» que han hecho de RTVE una televisión puritana.
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Casi todos los países han considerado necesaria la censura de cine y televisión, quizá porque las obras que difunden estos medios, más que la literatura o cualquier otro espectáculo, llegan a una masa indiferencial de público. En casi todos los países, excepto algunos, como la República Federal de Alemania o Japón, donde la industria cinematográfica reconoce su propio sistema de censura propia, los censores son agentes del Gobierno. En el nuestro, la censura actuó preferentemente contra el sexo y la política, mientras que, por regla general, fue totalmente permisiva con todo tipo de violencia. Los censores cinematográficos de Televisión Española fueron mucho más severos que sus colegas que operaban para la Dirección General de Cinematografía. La mayoría de las películas, norteamericanas, ya habían sufrido en origen las severas correcciones del Código Hays; eran revisadas después en España, antes de su estreno en salas cinematográficas, y, por último, depuradas en Prado del Rey, en las salas de visionado y sobre el papel de los guiones de doblaje. Incluso el cine español que se producía entonces, más férreamente controlado por la Administración, tenía graves problemas en Televisión Española, después de haber sido estrenado por toda España; de ahí su permanente discriminación de nuestros televisores.

Los censores, ilustres magistrados, militares, sacerdotes y religiosos, se organizaron en Televisión Española en las denominadas Comisiones Asesoras, organismo que decide lo que debe o no debe ser programado, y del que fue secretario Adolfo Suárez. Los censores se llamaban entonces asesores morales, asesores políticos o asesores militares, si bien los censores religiosos se encargaban de todo, incluso de señalar los defectos técnicos de las cintas. Cobraban por ello unas 250 pesetas por hora de trabajo. Durante el tiempo en que el actual presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, fue primer jefe de programas y director de la primera cadena (1965-1969), y, después, director general de Radiodifusión y Televisión (1969-1973), apareció una segunda estructura de censura, eufemísticamente denominada «valoración de contenidos», que controlaba Francisco Ansón Oliart, mucho antes de que su hermano Rafael Ansón llegase a ser director general. A su lado estaba el magistrado del Tribunal de Orden Público José Francisco Matéu; el jefe de los servicios de información del Movimiento, Mariano Palacios; el dominico Antonio Sánchez Vázquez, ayudados por Mariano del Pozo, autores, entre otros, de las fichas de censura.

La mente del censor
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La lectura de estas fichas -casi todas coinciden con la época en que Adolfo Suárez ocupó los máximos cargos en RTVE- esclarecen los criterios por los que se rigen los censores, los mismos que prestan sus servicios en la actualidad.
Un primer conjunto de fichas de los censores refleja la mentalidad de fondo del censor, sus obsesiones, la labor de un oficio clandestino, que dicta sentencia al modo inquisitorial, con audacia, dogmatismo y seguridad. El censor se pone en lugar de los jefes y les evita correr riesgos. Se pone en lugar del espectador porque es consciente de que su sacrificio personal, al exponerse a malos pensamientos, evitará, todos los días, ocasiones de «pecado colectivo». Unas veces prohíbe, otras rechaza o califica para mayores de dieciocho o de catorce años, según su libre e incondicionada opinión.
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El largometraje Nacha Regules es prohibido por Antonio Sánchez Vázquez, con esta explicación: «Historia de un hombre, hijo natural, que lucha contra una aristocracia corrompida. Su vida transcurre en el afán de liberar a Nacha Regules de su vida de prostitución. Este es el tema, que, aunque limpio de imagen, resulta sórdido, demagógico y folletinesco. No lo creo apto para Televisión Española, aunque no puede calificarse de inmoral» (diciembre de 1967).
El censor considera que su trabajo consiste en aligerar escenas escabrosas, en «hacer unos arreglos» similares a los de Mogambo, en que los amantes se convierten en hermanos y el amor en incesto. A veces hablan de tesis y sugieren adaptaciones grotescas.

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Así, la excelente Días sin huella, de Billy Wilder, que podría ser interpretada también como un alegato contra el alcoholismo, quedaría así a su paso por el censor (febrero de 1966): «Quitar beso en el momento de despedirse. Cuando roba el bolso de una señorita, eliminar los planos en que éste y su acompañante se comportan con excesiva afectuosidad (dos o tres veces); al menos, aligerarlo en esos planos. Beso y diálogo abrazados. Después de las buenas noches del enfermero, ya de noche en la sala, uno de los enfermos sufre el delirium tremens. Dejar que se inicie y cortar rápidamente, para unir cuando, una vez entrados los médicos, se escapa con el abrigo del médico. Delirium tremens del protagonista: ratón en la pared, murciélago que le ataca y come la sangre. Dejar sólo que se inicie la secuencia, sin verse esto, que resulta muy asqueroso, y abrir cuando aparece el plano en que la portera escucha los gritos. Plano de despedida para suicidarse. Razón: es cínico, diciendo que le recomienda flores y chistes. El resto, dejarlo». Lista para mayores de dieciocho años.
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El censor aconseja que La cartuja de Parma, basada en la obra de Stendhal, se «enmarque en su época romántica», y añade: «Es propia para audiencia reducida, y conviene pase a censura política». Previamente debe suprimirse el Subtítulo ¡Cómo el amor puede ser pecado? (octubre de 1970).
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A veces, todo se estropea por culpa de un final que no es del agrado del censor, como le sucedió a La condesa descalza, de Mankievickz, interpretada por Ava Gardner, y que obtuvo el calificativo de prohibida (abril de 1970): «Todo transcurre pasablemente bien, hasta la última parte, melodramática y con un desenlace excesivamente escabroso, que no puede cortarse sin desgraciar la película ni dejar que salga en antena, pues resultaría desagradable en el círculo del hogar».

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En el caso de Los primos, de Chabrol, ya no era cuestión del final: «Toda la película refleja el ambiente libre y amoral de un sector de la juventud, hundida en un hedonismo animal y casi desesperado » (febrero de 1971).

Prevención de los espectadores

Este otro juicio sobre La moral de la señora Pulska pone en evidencia otra de las virtudes del censor: «Tema fuerte; crítica de la hipocresía. Advierto levantará polvareda». En ocasiones se aconseja una justificación de la casa cara al público, como sucede con Retrato en negro, de Michael Gordon, interpretada por Lana Turner y Anthony Quinn:

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«El argumento (un conyugicidio) cae dentro de las situaciones no presentables en la pequeña pantalla. Sólo puede atenuar una calificación prohibitiva la situación de angustia y remordimiento en que vive la pareja culpable y la tragedia con que culmina. Recomendaría, con todo, que el presentador de la película sugiriera el sesgo moral del argumento, para prevención de los espectadores».
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El censor no respeta siquiera la naturaleza propia del género: «En todo caso, debe suprimirse la secuencia completa del ballet, en una taberna de Hong-Kong, de tipo apache», dice del musical que interpretan Fred Astaire y Leslie Caron, en Papá piernas largas, de Jean Negulesco (1955). Y también de Maxime, del francés Henri Vernuil, interpretada por Charles Boyer: «Plano de entrada de las vedettes en que se ve un primer plano de las piernas y un poco más adelante el azote que dan a una de ellas; pueden aprovecharse estos cortes para aligerar lo más llamativo» (marzo de 1970).
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El censor, sin embargo, gusta de hacerse pasar por buen cinéfilo, se permite valoraciones criticas sobre la calidad de una obra e incluso sabe que existe el cine de autor. Así juzga Una lección de amor, de Ingmar Bergman: «La película ofrece serios reparos para presentarla en televisión: escenas crudas (que podrían aligerarse) y la temática. Con todo, el tono de comedia y humor, y el final moral de un problema conyugal, junto con la calidad excepcional del filme, hacen posible su emisión para mayores» (marzo de 1968).

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Dos años más tarde (enero de 1970) se encuentra con otro filme de Bergman, Noche de circo, y se comporta más duramente: « Secuencia de la playa: suprimir la salida del agua y. aligerar lo siguiente. En el cuarto del artista: suprimir todo el final, cortar en el pulso o cuando dice que le va a enseñar a pintarse donde mejor convenga. Aligerar secuencia pelea y amago de suicidio».
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El italiano Antonioni le presenta, sin embargo, mayores problemas: ordena que se aligere en La noche «el besuqueo», y, no satisfecho, añade en letra roja una misiva para el jefe del departamento: «La película es dificil de pasar y como parece va junto con las otras dos de la trilogía (La aventura y El eclipse), espero a su proyección para formar juicio global de las tres». Esto le sucedía el 22 de enero de 1971. Al día siguiente, todavía no lo ve claro y enjuicia así La aventura: «Cortar desde que ella empieza a desnudarse, dejando plano general desde la calle en que se ve correrse la cortina, hasta la secuencia del coche. Suprimir plano de espaldas de la muchacha mientras se desviste. Cortar cuando pone la mano en el pecho de la mujer. Cortar toda la escena en la hierba hasta que pase el tren. Visionada en el original italiano, convendría volverse a ver si se llegara a doblar».

Contra el verismo y contra los ingleses
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La cultura de nuestro censor no va muy allá. Hay casos en que los patinazos son muy graves. La película muda Avaricia, de Eric von Stroheim, considerada obra maestra del cine, le merece este juicio: «Por lo que se entiende por la imagen, es un folletón algo crudo en algunas escenas, pero que podría pasar con la calificación dada» (mayores de dieciocho años) (noviembre de 1969).

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La película Comida sobre la hierba, de otro clásico, Renoir, no tiene la misma suerte y es rechazada: «Aunque el tema, presentado humorísticamente, puede encerrar una lección moral (la superación por la vida de los prejuicios científicos), su naturaleza (concepción artificial humana) y el desenfado de ciertas escenas y diálogos no la recomiendan para su exhibición en televisión».
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Más sangrante, si cabe, es el caso del documental Moana, rodado en Polinesia por Flaherty, el indiscutido cineasta del género: «A pesar de su carácter meramente cultural, es tal la persistencia en pantalla de mujeres con el busto desnudo, que no podría cortarse tanto sin afectar notablemente a la duración y curso de la película. No se trata de escenas inmorales, sino inconvenientes para ser exhibidas en la pequeña pantalla» (enero de 1970).
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Al largometraje francés Les maitres fous le sucede lo mismo: «Advertencia. Muy importante. No me atrevo a conceder autorización a este documental sin advertir que puede provocar protestas. Su imagen resulta asquerosa en los ritos de iniciación en una secta religiosa-pagana. Puede herir los sentimientos de la raza negra. La acción, verídica, se desarrolla en Africa. No deja de ser una acusación a la civilización europea que llevamos -en este caso Francia- al Africa». En este caso, por una vez, el jefe añadió detrás de la ficha: «Enterado. Se emita» (junio de 1968).

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El verismo de las acciones reales seguía sorprendiendo al censor. El largometraje Jaguar pasará como apto para todos, después de los siguientes cortes: «En la tribu de los songa, que van desnudos, cortar cuando comienza él baile; se ve a un hombre que muestra su miembro viril al bailar. Frase: "los polis roban más que los trabajadores". Frase: "los ingleses enredan a los africanos", refiriéndose a que se llevan su oro». El censor, sin embargo, corrigió su decisión y tachó la última frase, dándola por buena (septiembre de 1969), probablemente porque las relaciones con Gran Bretaña no eran nada esperanzadoras.

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De hecho, fray Antonio no necesitó ver la película, leyó el guión y calificó como prohibida las ingenuas aventuras de Errol Flynn, una especie de Robin Hood del mar en el largometraje El halcón de los mares: «Apología de los piratas ingleses en su lucha contra los galeones españoles, a los que siempre vencen, justificando sus piraterías con la tesis de que obran bien al despojar de su carga de oro a los españoles, porque estos lo han robado a los indios con guerras y engaños. Aparece la reina de Inglaterra apoyando secretamente estas piraterías. Y el rey Felipe, como un ambicioso, que se presenta como paciente y comprensivo, mientras prepara su escuadra y así dominar a Inglaterra y con ella al mundo. No tiene arreglo posible. Es toda la película» (junio de 1972).
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Esa papeleta, otras veces, era mucho más dificil de resolver, como en El manantial o Uno contra todos, de King Vidor, con Gary Cooper y Patricia Neal: «Poco antes del final se suicida uno de los protagonistas. Forma parte del argumento. ¿Qué puede hacerse? La película es conocida» (junio de 1969). Al censor le gusta tanto su oficio que no puede reprimir sus instintos.
El padre Mariano ordena que al largometraje Hay que vivir la vida se le corten los siguientes planos: «Fotografía de piernas en el periódico. Besos cuando los niños están delante. Beso aunque sea ligero (él es casado)». Cruza una raya roja y añade al pie de la ficha la siguiente nota: «La encuentro tan sin valores, que gustosamente la prohibiría» (octubre de 1966).

El navegar de la Iglesia
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No está claro por qué fray Antonio mandó «eliminar la alusión de que pertenece a la Iglesia anglicana» (única nota de la ficha) el obispo que en Drôle de Drame, de Marcel Carné, se propone acabar con un novelista, a menos que quisiera asignar al episcopado católico este cometido.

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Ni tampoco por qué otro colega suyo, después de desdeñar El mártir del Calvario, de Miguel Morayta, español, que la rodó en México, como «deplorable», «engolada», «difícilmente soportable para el hombre creyente de hoy» (febrero de 1968), afirme acto seguido: «Utilizable sólo en Televisión Española escolar».
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Hasta en la vida de los santos hay algo que censurar. A Rosa de Lima, del español José María Elorrieta, se le aplica el siguiente arreglo: «Aligerar el final de la mujer en el bar, suprimiendo cuando un hombre la sienta encima; puede hacerse uniendo al plano del indio araucano en la puerta».

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Los pretextados valores religiosos hacen que se prohiba La bella del Pacífico, de Curtis Bernhardt, con Rita Hayworth y José Ferrer: «Tesis inaceptable. Un hombre que aparece como el celador de la religión y la moral, no es más que un acomplejado sexual que persigue a una mujer pública, porque en el fondo la desea, no parando hasta que la consigue, suicidándose después. Muy confusa en todas sus afirmaciones morales» (agosto de 1969).
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Sucede lo mismo a la excelente La noche del cazador, de Charles Laughton, que interpretan Robert Mitchum y Lilian Gish: «Película en la que los personajes están inbuidos de un falso misticismo religioso, de tipo neurótico y repelente, que esconde en alguno (como el protagonista) instintos y conducta criminales, por lo que lo religioso queda ridiculizado».
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Mariano del Pozo opina que tampoco debe de verse El milagro de Malaquías, de Bernard Wicki: « Ni el tema ni su tratamiento hacen recomendable el filme para su programación en la primera cadena. El tema de los milagros, la presentación de la jerarquía eclesiástica, la necedad del protagonista, las consecuencias finales negativas y numerosos defectos ambientales son inconvenientes serios» (marzo de 1971).
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El filme que más llama la atención de los censores religiosos es El cardenal, de Otto Preminger, calificado para mayores de dieciocho años después de los siguientes cortes: «Suprimir los dos bailes anteriores (4ª bobina) a la pareja final, cuando ya están los hermanos de Mona (la protagonista) en el teatro y dicen: "Esta no es Mona". No son necesarios para su entendimiento y resultan un tanto eróticos. Nota: la copia vista tiene algunos saltos y es posible que falte algo importante». Fray Antonio añade a continuación un largo informe con disquisiciones teológicas y pastorales: «Película realizada con gran objetividad y respeto, pero que señala honestamente el navegar de la Iglesia, sujeta y mediatizada, a veces, por las distintas corrientes humanas y a los errores de los mismos hombres que la gobiernan en sus diferentes planos institucionales. Nada hay en ella, a pesar de todos los problemas que se apuntan, que menoscabe la dignidad y santidad de nuestra Iglesia Católica Apostólica y ROMANA (en mayúsculas en el original). Está realizada con un gran equilibrio y mesura. Entiendo, por tanto, que debe darse entera, para que cobre su pleno sentido, aunque algunas frases y hechos pudieran parecer extraños. A continuación, señalamos los problemas más importantes abordados para su consideración; algunos ya superados por la misma Iglesia».
El padre censor enumera a continuación los problemas: «Las relaciones entre una muchacha católica y un judío». ( ... ) «El sacerdote protagonista vive una gran crisis vocacional». (...) «Ante el problema racial se señala una actitud excesivamente prudente, a lo humano, de una jerarquía vaticana». ( ... ) «Se ve a la jerarquía austriaca mediatizada y mentalizada por el nazismo, que ve en Hitler un salvador. La razón de este entusiasmo por Hitler es, sin embargo, por su apoyo a las clases más débiles». ( ... ) «En el sentido político, se señala una gran critica formal al nazismo. (en las tres últimas bobinas), presentando su verdadera cara y sobre todo su fanatismo».

El censor protege a Hitler

Los programas cinematográficos de esta época de Televisión eran muy considerados con Hitler y los nazis. Diez años después, Holocausto tardaría en emitirse porque el responsable de su programación no estaba seguro de que existiesen campos de exterminio.
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Todavía es reciente censura de un episodio completo de la serie El mundo en guerra sobre los campos de concentración. Los guiones del doblaje castellano, corregidos por los responsables de la subdirección de programas, tachaban «horrores nazis» y escribían «pormenores nazis».

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Siendo subdirector de programas de producción ajena Eduardo Autrán Arias-Salgado (mayo 1979), primo del actual director general, también se censuraron íntegramente dos episodios de la serie de dibujos animados Erase una vez el hombre, porque la historia no favorecía la imagen de España en determinadas épocas.
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El largometraje Nacida ayer, de George Cukor, interpretado por Judy Holiday, solamente recibe tres cortes: «Párrafo del periodista, que termina diciendo: "Eso se llama fascismo". Frase de la muchacha: "Eres un fascista". Frase del hombre: "Cree que: soy un fascista" (mayo de 1969)».

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Entre los numerosos cortes que se ordena aplicar a La novia era él, de Howard Hawks, en un caso se manda suprimir la « alusión a obras de arte robadas por los nazis en el Museo le Lille». El resto se refiere a algunas situaciones «picarescas». Como: «Y mi muslo; quizá suene mejor, y mi pierna»; «alusión a que la pierna de la chica no está mal»; «diálogo sobre la forma de montar en moto»; «secuencia en un pajar ,adonde han ido a parar en su accidentado viaje en la moto, en que hacen filosofía práctica (subrayado en el original) sobre el beso, probando Ni diciendo que se ría mejor con una. francesa. Esto quizá haya que suprimirlo»; «diálogo sobre la noche de bodas (en realidad no debe suceder nada)».
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La censura aplicada a Fugitivos en la noche, película de Rossellini, es todavía más significativa: «Diálogo entre los fugitivos y un médico romano sobre los fascistas; que, cuando las cosas iban bien, lo eran todos, y ahora, nadie. Alusión a Hitler, que mandó matar a algún italiano; y dicen: "Se están matando entro ellos" y “Otras alusiones al fascismo y fascistas».

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Así, también puede autorizarse Cena de acusados, «suprimiendo la frase los cerdos de la Gestapo (subrayado en el original), que está en la última bobina». Doce hacia luna queda apta para todos suprimiendo la frase «bestia nazi en el primer rollo».
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Aunque la película sea «de risa», el censor se lo toma muy en serio, caso de Babette se va a la guerra: «llamo la atención sobre el contenido político. Aunque la finalidad sea humorística, la Gestapo y su jefe en París son ridiculizados en su actuación y en sus alusiones al führer. El ¡efe aparece como una especie de retrasado mental y un tanto raro».

De todas las fichas analizadas sólo en un caso se permite un «atentado» contra Hitler, pero eliminando su imagen y haciendo un peculiar montaje: «Puede autorizarse suprimiendo los planos Finales en que aparece Hitler, ligando la explosión del coche con la fiesta en la embajada de la URSS», se escribe de Contraespionaje en Teherán.

Una ficha de censura.

Reproducción del modelo de ficha utilizada por los «asesores morales», firmada en este caso por Antonio Sánchez Vázquez, censor que presta actualmente sus servicios para la subdirección de programas de producción ajena.
En la ficha, que se refiere al largometraje Días sin huella, se puede leer:
« 1) Beso en el momento de despedirse. 2) Cuando roba el bolso de una señorita, eliminar los planos en que ésta y su acompañante se comportan con excesiva afectuosidad (dos o tres veces). Al menos, aligerarlo en esos planos. 3) Beso y diálogo abrazados. Aligerar el beso. 4) Después de las «buenas noches» del enfermero, ya de noche en la sala, uno de los enfermos sufre de delirium tremens. Dejar que se inicie y cortar rápidamente, y unir cuando una vez entrados los médicos, se escapa con el abrigo del médico». Estos cortes se producían en 1969, en el mismo año en que el hombre alcanzaba la Luna.

Continuará...


Saludos.

Shadow10
 

Re: Censurando a la censura

Mensaje por Shadow10 » 16 Abr 2013 17:55

Segunda parte del reportaje.

La historia del puritanismo censor en Televisión Española / y 2

La censura moral fue cediendo; la censura política continúa

Televisión Española llegó al extremo de censurar las películas que consideró antibelicistas y se obsesionó en la censura moral. Marilyn Monroe, el mito de los sesenta, a quien se dedicó un importante ciclo, resultó ser una chica muy «inconveniente» para Televisión Española. A los censores les molestaron, en particular, sus «detalles», sus «gestos» y «actos». La cultura fue ganando terreno a la fisiología reprimida, mientras la censura política se ensañó con cualquier posible referencia a la democracia, a la libertad, prohibiendo las imágenes que, según palabras del censor, reflejaban una «España de mugre y pobretería» o excitaban falsas esperanzas. Los censores siguen en Prado del Rey y los vetos o cierres definitivos de programas abundaron en estos últimos dos años.
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El género bélico, a juzgar por las fichas de los «asesores» de Televisión Española y por su abundante programación, es uno de los productos preferidos por Prado del Rey, siempre que se censuren las alusiones a las tropas nazis, como en La casa de la colina del telégrafo, de Robert Wise: «Al comienzo, una voz en off dice sobre la imagen de una casa nueva y, luego, en ruinas: "Así fue cómo quedó cuando pasaron los alemanes". Cortar lo subrayado».

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De ahí que Los carabineros, de Jean Luc Godard, sea prohibida con la sorprendente explicación: «Humanamente, brutal; ideológicamente, antibelicista». Previamente el censo ordenaba cortar, entre otros planos, el de «anuncios en revistas de sostén y calzoncillos».

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Al final de la escapada, también de Godard, se prohíbe porque se considera «erótica y pornográfica en su totalidad», allá por mayo de 1968, cuando la revolución parisiense, de la que Godard sería un abandera do cinematográfico. ¿Quién dijo que eras fria?

Las relaciones sexuales, apenas insinuadas entonces, los más comunes gestos de afectividad, eran prohibidas sistemáticamente sea cual fuese el estado civil de los protagonistas o la especie animal a que perteneciesen.
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Fray Antonio manda cortar «el plano rápido del gallo montando a la gallina», de la película mexicana Bugambilia, dirigida por Emilio Fernández.

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El censor adjunta a la comedia La primera vez (The first time, de Frank Tashlin, 1956), el siguiente informe: «Suprimir el diálogo dentro de la casa, que se casan, etcétera, y tienen un becerro. Creo que puede cortarse cuando entran en sus propias casas y unir al amanecer. Y, poco más adelante, la voz en off del niño que habla de que el toro y la vaca se llevaban bien» (enero de 1968).
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En la excelente Anatomía de un asesinato, de Otto Preminger, donde la prueba judicial son unas bragas, el ceásor investiga por su cuenta en un intento por conseguir la verdad: «Conocido ya el tema, debo advertir que puede darse un juicio adverso por personas influyentes. La película en sí es admirable, con una buena presentación. No obstante, he señalado tres momentos más crudos: 1) cuando se habla del momento de violación: que el hombre no era estéril y que, naturalmente, la mujer debía quedar embarazada a no ser que usase anticonceptivos; 2) cuando se habla de que no había señales de semen en la mujer; 3) cuando se muestra el panty, pero se hace de modo muy discreto y nada grosero». Los jefes decidieron cortar en octubre de 1969 los dos primeros momentos, y en cuanto al tercero, pasará a la historia del anecdotario, porque fue la primera vez que salió al aire la palabra panty.
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En el largometraje Un rostro en la muchedumbre, de Elia Kazan, el censor ordena que se suprima «por dos veces la frase la familia que reza unida permanece unida», y añade que también se suprima la expresión «ustedes, las recatadas, son muy frías, pero en el fondo desean lo mismo que las demás», así como «aligerar toda la escena junto a la puerta en lo que se pueda y, desde luego, haciendo desaparecer el beso y frase ¿quién dijo que eres fría?.. hasta que pasa la pareja» (marzo de 1967).

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Una fugaz porción de cuerpo femenino es inmediatamente atajada, como le sucede a Paulett Goddard en El castillo maldito, de George Marshall: «Suprimir plano de muslo cuando se le abre la bata».

Marilyn: una chica que no conviene
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El censor reconoce que hay casos extremadamente difíciles para efectuar los arreglos en moviola, y entonces ofrece desinteresadamente su experiencia: «Atención: todo el comienzo de la película debe aligerarse de escenas, desnudos actos, etcétera, de mal gusto e inmoralidad. Labor difícil (si es necesario, llamar al censor)». Se trataba de Río sin retorno, de Otto Preminger, con Marilyn Monroe y Robert Mitchum. Marilyn Monroe, a quien Televisión Española dedicó un excelente ciclo, resultaba particularmente difícil para el censor.
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Las fichas en que interviene la actriz son las más abundantes en cortes. Se observa, incluso, la familiaridad del «asesor» con su víctima. Mariano del Pozo opina así del largometraje Bus stop: «Titulada para la televisión americana The wrong kind of girl (Una chica de las que no convienen), tiene como principal inconveniente el exhibicionismo de la Monroe durante casi todo el filme, aparte de que los personajes resultan muy poco lógicos y de reacciones primitivas» (diciembre de 1970). Bus stop, curiosamente, ya había sido probada con seis cortes, por otro censor, en marzo de 1967.

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En Cómo casarse con un millonario, de Negulesco, Marilyn Monroe no sale incólume de ninguno de los decorados: se, manda cortar su imagen en traje de baño, en la casa de modas, eso sí, sin hacerle demasiado daño («habría que aligerarlo con cuidado», comenta Antonio Sánchez en su hoja), en la nieve, en el apartamento, «todos los planos del coche en que se están besando» y «el beso final de la secuencia».

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Mariano del Pozo confiesa que no necesita ver los 45 minutos que le quedaban por visionar para hacerse una idea sobre La tentación vive arriba, de Billy Wlider, con Marilyn Monroe, faldas al viento: «He visto cosa de una hora de película. Me resulta poco adecuada para su inclusión en la primera cadena». Añade que le molestan, en particular, «los detalles y el personaje de la Monroe» (noviembre de 1970).
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Fueron muchas otras las actrices que no gozaron del respeto de los censores, como Kim Novak, en Pal Joey, de George Sidney, o Jennifer Jones, en Pasión bajo la niebla, de King Vidor. Fray Antonio escribe de la primera: «Diríamos que es una versión musical del Play-boy» (julio de 1971), y de la segunda: «Creo imposible su programación: venganza, sensualidad, adulterio, odio y demás virtudes que acompañan» (mayo de 1970).

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Para hacer aún más prohibitivo el argumento del censor, éste admite que Jean Simmons «es una joven atractiva y apasionada» en Cara de ángel, de Otto Preminger, pero que «el argumento entra de lleno contra el criterio de censura moral de que el crimen no queda justificado» (febrero de 1970).
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Ni siquiera las películas españolas e hispanoamericanas, más recatadas por lo general, se libran de estos rigores. El censor conoce el tópico sobre las novias de los marineros, pero argumenta: «Aunque el realismo de la vida de pescador podría disimular las relaciones que el protagonista sostiene con una muchacha, el desenlace final del retorno a ella, abandonando a la familia, presenta una tesis incompatible con la moralidad conyugal», se escribe de Los tiburoneros, de Luis Alcoriza.

Es cierto que la cultura, y sobre todo el propio cine, se impuso a las tijeras y al metro de los censores y que se han ganado ya algunos centímetros al puritanismo. Pero cuando Fernando Arias Salgado compareció ante la comisión parlamentaria, después de haber negado en Valladolid que hubiese censura en Televisión, la diputada comunista Pilar Brabo le preguntó qué funciones tienen en el organigrama los señores Antonio Sánchez, Jesús Cea, Mariano Palacios y Agustín Valdivieso. El director general eludió aquel 27 de junio la respuesta. Todos ellos están hoy en RTVE.

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El padre Antonio Sánchez Vázquez, vestido con traje talar y exhibiendo el carné de identificación azul, propio de los trabajadores fijos, acude a diario a Prado del Rey, visiona películas, retira de la subdirección de programas de producción ajena los guiones de doblaje y se va de la casa, a diario, en el autobús de la una. Hoy, el padre Antonio corrige estilo, es un especialista en sinónimos de palabras que le parecen malsonantes, como estiércol por «mierda» o «mequetrefes» por «maricones». En lo religioso reemplaza a «buenos católicos» por «sus principios», quizá porque hoy ya hasta los católicos irlandeses de Capitanes y reyes, adúlteros y corruptos, se han quedado sin principios por culpa e os guionistas americanos. No se sabe hoy, por ejemplo, si la reposición de Yo, Claudio, que se emite el próximo lunes, se hará en versión íntegra o con los cortes (tres o cuatro) que se le aplicaron en otoño de 1978. En la subdirección de programas de producción ajena aseguran, sin embargo, que el padre Antonio, además de ser muy buena persona, tiene una manga muy ancha.
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El censor es servil y procura en todo momento evitar riesgos a sus superiores. El cine español o de temática española no les resultaba muy ejemplar, sobre todo si era realista o hacia alguna incursión en terreno político. El espontáneo, de Jorge Grau, «es un tema realista y triste», escribe el censor, «con muchos aspectos negativos. Vale como documento de una situación, pero es muy poco ejemplar. No es cine familiar y no lo considero adecuado para la primera cadena», (enero de 1971, aunque meses antes había sido aprobada para mayores de dieciocho años).

Una "España de mugre y pobretería"
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El momento de la verdad, rodada en España por Francesco Rossi, calca el mismo juicio: «El tema del triunfo y muerte de un torero está tratado en forma realista y documental, acentuando la miseria de los ambientes pobres y campesinos. Es una visión negativa de la ambición. Sus defectos de forma y la nula ejemplaridad del tema aconsejan no programarla» (febrero de 1971).

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Y para acabar con el mundo taurino, la vieja Sangre y arena, que interpretaron Rita Hayworth y Tyrone Power (1941), tampoco se libra de este calificativo: « Creo que no debe autorizarse. Dramón toreril. España de mugre y pobretería. Mundo torero compuesto de vividores y ladrones, aprovechados de la gloria y dinero del torero, etcétera. Y, ojo, la querida del torero, una verdadera zorra, se llama Sol de Miura, sobrina del marqués de Miura» (julio de 1971).
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Mientras un censor da por buena (el 5 de octubre de 1971) la excelente película de Fernando Fernán Gómez El extraño viaje -si le quitan algún plano, como «los dos de la chica en biquini mientras la miran los viejos»-, otro censor, al día siguiente, la prohibe: «Escenas de mal gusto, sujetos anormales y argumento torvo, no presentable en televisión».

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La niña de luto también tiene cortes: «Dentro del estilo propio de Summers, creo que esta película tiene una mayor carga de irrespetuosidad. Lo más señalado que debería eliminarse es: empleado de pompas encendiendo el cigarro en el velín del muerto. Secuencia del confesionario. Ordeñando una vaca en el cementerio» (septiembre de 1970).
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Incluso, el intocable Bienvenido míster Marshall, de Berlanga y Bardem, es objeto de un corte: «Aligerar secuencia del bar quitando el comienzo de bailarinas hasta que entra el alcalde». Pero pudo más, en este caso, la razón del directivo. Inmediatamente debajo y pese a la recomendación del eclesiástico, uno escribió: «No se hace», y otro: «No se puede».

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Con Los jueves, milagro, de Berlanga, sucedió lo contrario: «Suprimir el plano de una verdadera procesión con la Virgen de Fátima que contempla el protagonista desde el balcón». El directivo anotó al pie: « ¡Ojo!, hágase este corte».
Hasta las viejas y patrioteras cintas debían someterse a los «arreglos» que permitiesen su visión al público de Televisión.

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En Lola, la piconera, de Luis Lucía, se ordena: «Suprimir beso de Rafael y Lola, dejando solamente la aproximación de la pareja (rollo 3). En el beso de Lola y el capitán Francis eliminar el plano de éste cuando se acerca con la boca entreabierta (rollo 4). Efectuar el mismo arreglo en el beso de los mismos después que ella termina de cantar la canción de los gitanos (rollo 5)».

La censura política
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Mariona Rebull, bastante depurada ya por su director, Sáenz de Heredia, «puede autorizarse, pero dadas las implicaciones sociales, huelgas, terrorismo, en el tema argumental, conviene que se tenga muy en cuenta su programación con el momento para evitar inoportunidades enojosas» (octubre de 1967).

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Algo similar ocurre con la opereta Faustina, también de Sáenz de Heredia: no se autoriza porque contiene «varias alusiones a instituciones fundamentales, tratadas burlescamente» (septiembre de 1967).
No importa que los hechos sucedan fuera de España. En la película checoslovaca Vsude Siji Lide, se anota: «Ojo, se habla de la República socialista y de casa de cultura, típico de esos Estados».

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El Estado de la Unión, de Frank Kapra, sobre las elecciones norteamericanas, pasa como «autorizada, pero no de momento, teniendo en cuenta el momento electoral que España va a vivir y evitar a los telespectadores falsas interpretaciones» (agosto de 1967).

El largometraje alemán Diden fur die Wunderkinder se prohibe porque, además de contener «alusiones a supuestos hechos delictivos e a materia de divisas, evasión de capitales, etcétera, pone en evidencia que un estafador puede poner en ridículo al propio Estado y a sus funcionarios» (septiembre de 1969).

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En Almas sin conciencia, de Federico Fellini, se corta «toda la secuencia de la estafa a los que esperan la entrega del piso». El censor se explica: «Téngase en cuenta el desgraciado hecho de la Nueva Esperanza» (agosto de 1967).

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A Crónica familiar, de Zurlini, se le aplica, entre otros, este corte: «Una alusión a que, antes, el primero de mayo era una fiesta importante» (acción en tiempos del fascismo).
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Llamad a cualquier puerta, de Nicholas Ray, es prohibida porque «la tesis y muchas frases son inaceptables en contra de las instituciones legales y policía».

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La casa del ángel, del argentino Torre-Nilsson, «puede autorizarse» con las siguientes supresiones: «En las reuniones que aparece el Parlamento, los discursos de los diputados que defienden la tesis de libertad absoluta de expresión y condenan a los Gobiernos que sancionan aquellas publicaciones que respetan en su integridad dicha libertad o los directores que la practican.

Atención: censura moral.
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Está claro que no se consiente la libertad para otros medios: en El bígamo se censura la frase «antes la Prensa publicaba siempre lo mismo, los mismos titulares» (se supone que se refiere a los tiempos del fascismo), febrero de 1970.
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No falta, por último, la censura personal. La noche y el alba, de Forqué y Lazaga, plantea el problema de que alguien pueda presionar a RTVE para que: se programe: «Creo que no debería programarse este largometraje, pero si por razones de cualquier tipo RTVE se ve forzada a ello, podría en último extremo autorizarse suprimiendo el diálogo entre los dos protagonistas (Antonio Vilar-Rabal), que hace referencia a la guerra de liberación, en donde ambos fueron contendientes en filas opuestas. Suprimido éste, aunque la película sigue teniendo fuerte dosis de crítica destructiva, podría pasarse. ¡Atención! El autor del guión es don Alfonso Sastre, de sobra conocido por su actitud. Es lógico, pues, sabiendo quién es el autor del guión, todo el desarrollo del mismo».
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Mientras la censura «moral» fue cediendo terreno, la política continúa, quizá porque los altos cargos de finales de los sesenta y primeros años setenta, hoy, por paradójico que parezca, han vuelto a ocupar los mismos cargos. El diputado socialista Alfonso Guerra, en la misma sesión parlamentaria del 27 de junio de este año, preguntó a Fernando Arias Salgado, director general: « ¿Por qué ha hecho más intensa y grave la censura que en tiempos de la dictadura?». Alfonso Guerra enumeró entonces una larga lista de censuras de programas entre 1978 y 1980: La clave, Encuentros con las letras, Trazos, Escuela de salud, La semana, vetos a personas en determinados programas, series enteras y películas cuyos derechos de emisión habían caducado por ser prohibidas, etcétera. Tampoco obtuvo respuesta del director general. A partir de[ próximo mes, La clave tendrá que emitirse en diferido. El director en funciones de RTVE, Luis Ezcurra, ordenó por carta a José Luis Balbín, director de este espacio, que La clave del primer sábado de septiembre tiene que grabarse el próximo viernes, día 5. Ante la eventualidad de que el equipo de La clave se niegue a salir en diferido, los directivos ya tienen un programa para sustituirlo, una serie de biografías titulada, al parecer, Erase una vez el poder.

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Frases con problema en el largometraje "Casablanca"

Transcripción de la ficha de censura del largometraje Casablanca, de Michael Curtiz (1942), interpretado por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman. Televisión consideró especialmente difíciles los siguientes diálogos de la banda sonora.
Minuto 5. Con ocasión de la llegada de un grupo de refugiados, un personaje dice: «Entre ellos figura una hermosa joven para míster Renaud, el prefecto de policía».
Minuto 15. Conversación entre militar francés e italiano. En primer plano H. Bogart y Renaud conversan: «¿Y qué me dices de ese pobre y pequeño país que es Grecia? »
Minuto 20. Cuando Bogart propone a Renaud una fuerte apuesta, éste rebaja la cantidady dice: «Sólo soy un funcionario corrompido».
Minuto 52. Declaración del jefe de la resistencia ante el policía: «Ni los nazis pueden matar tan aprisa ».
Minuto 53. Frase de Renaud sobre un sujeto que ha muerto a manos de la policía: «No hemos decidido todavía si se suicidó o murió en un intento de fugarse».
Minuto 54. Conversación entre un negociante del zoco y refugiado que desea conseguir pasaporte: «Tendremos que engrasar a la policía».
Minuto 73. Con ocasión del cierre del cabaret de Bogart, la policía lo justifica diciendo: «Me he enterado de que aquí se juega». En ese mismo momento le entrega un dinero que ha «ganado» en la ruleta.

¿Esta es su vida?
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El 27 de abril de 1966, el gabinete técnico del ministro Fraga Iribarne enviaba este informe a Adolfo Suárez, entonces jefe de programas de Televisión Española. El filme de Robert Rossen tiene por protagonista a un aspirante a político y, más tarde, gobernador. Se proponia modificar el título: Decepción en vez de Todos los hombres del Rey. Gregorio Morán, en su libro Adolfo Suárez, historia de una ambición, identifica al autor de la firma en la persona de Gabriel Elorriaga, jefe del gabinete técnico del ministro Fraga. La película de los tres oscars tardaría años en pasar por la pequeña pantalla. Estaba fuera de toda sospecha que la biografía del protagonista de Rossen pudiese algún día parecerse a la de algún político español.
Fuente:
http://elpais.com/diario/1980/08/16/cul ... 50215.html
http://elpais.com/diario/1980/08/17/cul ... 50215.html


Saludos.
Última edición por Shadow10 el 16 Abr 2013 21:25, editado 1 vez en total.

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Re: Censurando a la censura

Mensaje por droid » 16 Abr 2013 20:08

Impresionante documento, Shadow. :shock: Esto de la censura daría para un buen guión de cine.

Muchas gracias por compartir (a tí y al resto de compañeros) todos estos datos con nosotros,. :aplauso: :aplauso: :aplauso:

Saludos. :hi:

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Re: Censurando a la censura

Mensaje por professor keller » 16 Abr 2013 20:39

droid escribió:Esto de la censura daría para un buen guión de cine.
Fuera de España ha dado para unos cuantos documentales. Uno muy interesante sobre el proceso de calificación de los films en EUU es This Film is Not Yet Rated (Kirby Dick, 2006). Tiene subs en español pero no sé si hash en la mula. Me fijo.

Gracias, Shadow. Impresionante los de los "pormenores nazis" jejeje

Edito: This Film is Not Yet Rated publicado aquí
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Ilustre Monarquía de Salón:
Se agradecería que devuelvan los más
de 500 mensajes míos desaparecidos


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Shadow10
 

Re: Censurando a la censura

Mensaje por Shadow10 » 17 Abr 2013 17:08

La BBC también hizo su documental sobre la censura británica en un programa de la serie Timeshift titulado Dear Censor. La subtítulos ingleses están disponibles en la página que nos indicó Mifune.

Saludos.

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