El último libro que habéis leído

[Monsieur Lange]

Me lo han prestado y le echaré un vistazo. Evidentemente, mi simpatía al hacerlo va a estar con las pobres desgraciadas sobre las que se informe en el libro, obra de dos tarados dominicos. No obstante, su interés histórico y sociológico o como quiera llamársele es enorme.

Estimado pablito, no sé nada de satanismos, satánicos ni dominicos, pero creo que tu post queda más elegante y adecuado sin la palabra que me he permitido subrayar. Digo esto desde mi total desconocimiento sobre la existencia de alguna tara física o psíquica en alguno de los dos escritores.

[pablito]

Pues estimado Monsieur Lage, no sé qué te diría… La palabra “tarado” se corresponde, según la RAE, con quien padece alguna tara física… o psíquica:

https://dle.rae.es/tarado

En el diccionario de Oxford (cuyas definiciones son las que aparecen en Google), leemos en su segunda acepción:

“[persona] Que está loco y ha perdido el juicio o se comporta como tal.”

Ahora te invito a que investigues sobre los dos autores dominicos del libro: Heinrich Kraemer y Jakob Sprenger (a ser posible en alemán). Seguro que te harás a la idea de la psicología de los personajes, cuyo libro es presentado por los propios vendedores en España como “la obra más infame de la Historia” (así lo califica la editorial Reditar Libros SL, con sede en Barcelona).

No es pues por atacar a los dominicos, conocidos antaño, por cierto, como los “perros del Señor”, los “domini canis”, de ahí les viene el nombre, y famosos por su saña al perseguir herejes, tanto fuera como dentro de la Iglesia, incluso entre sus propios compañeros de orden.

De modo que Kraemer y Sprenger eran dominicos (digo yo que no eran franciscanos) y eran, a ojos de quien se informe mínimamente sobre su proceder, dos perfectos tarados, Monsieur. Fíjate que dice un lector en la web de la Casa del Libro, supongo que horrorizado (yo es que apenas he hojeado algunas páginas):

“Cómo, tras leer este libro, alguien puede llamarse cristiano o intentar refutar que las organizaciones religiosas no son sino nidos de víboras cuya única finalidad es explotar las debilidades de la especie es algo imposible de entender.”

La insania con que estos dos sujetos persiguieron e incriminaron a numerosas “brujas” es ciertamente infame. Y cómo se justificaron una muestra de locura asombrosa. Te animo a que te hagas con este peculiar libro y lo leas. Si tras ello consideras que calificar a sus autores de “tarados” es excesivo, censuraré mi calificativo gustosamente.

PD: Espero que te tomes mi comentario como lo que es, una disensión amistosa.

[Monsieur Lange]

Vuelvo a reiterar, desde mi total desconocimiento sobre la existencia o no de tara física o psicológica en cualquiera de estos dos señores, que el comentario hubiera resultado más adecuado y elegante sin esa palabra que he subrayado en su texto. Incluso pese a las, al parecer, autorizadas palabras de los vendedores del libro en España, o las del lector de la web de la Casa del Libro, sigo diciendo que no es necesario molestar con nuestros comentarios a personas que leen estos hilos, por muy diferentes que sean sus opiniones y creencias de las nuestras.


Y sí, estimado pablito, entre mis prioridades está empezar con el alemán, pero mis aspiraciones son muy modestas. No aspiro a leer en alemán a Kraemer, Sprenger o Heidegger, no... Me conformo con poder tomar unas cervezas con Franz Biberkopf o el maestro de Ödön von Horváth

[professor keller]

Dando por sentado que este es, según creo, un espacio adulto de expresión de opiniones y pareceres sobre distintos temas, sería esperable un poco menos de celo sobre la manera en que los usuarios califican a autores, producciones o instituciones.

Es comprensible que se considere indecoroso opinar de manera ruda o grosera sobre otro usuario. Pero hacerlo sobre una obra, autor, institución u orden, no es más que una expresión de la opinión de quien escribe, y como tal que no debería ofender a nadie, se esté de acuerdo con ella o yo.

Más llamativo aún es que se considere indecoroso un comentario descalificativo sobre miembros de una orden religiosa y se lo señale públicamente, cuando en este espacio mucha gente ha utilizado y utiliza adjetivos descalificativos para hablar de autores, actores o directores y nadie le ha señalado nada. No veo razón de peso por la que una orden debería recibir más atención y recelo que una película o un libro. A menos que este sea un espacio reservado exclusivamente para gente religiosa —lo cual, de ser así, debería advertirse— la vara debería ser la misma. Si, como se espera, este es un espacio laico, es importante tener presente que para un ateo, la biblia también es una obra de ficción.

Ningún comentario que no sea personal debería tomarse personalmente entre gente adulta y formada. Cuidar la sensibilidad de unos por sobre las de otros, o darle más valor a unas cosas por sobre otras, equivale a crear una distinción jerárquica entre los usuarios, que es contraria a toda idea democrática. Asimismo, solicitarle a los demás que se cuiden de molestar a otros con opiniones personales, es, además de oficioso, un llamado a la autocensura.

No se trata, obviamente, de abogar por lo soez. Se trata más bien de poder distinguir que existe una distinción bastante clara entre el decoro y la pacatería.

[Monsieur Lange]

Muchas gracias profesor Keller por haber compartido con nosotros su opinión. Es reconfortante comprobar que algunas personas aún dedican parte de su tiempo a leer.

[professor keller]

De nada, Lange, un placer. Como el resultado de cada amonestación desafortunada es que otro usuario activo abandona el foro, sería igualmente reconfortante comprobar que algunas personas aún dedican parte de su tiempo a administrar sin prejuicios.

[Monsieur Lange]

Acaba de aparecer en librerías:

El ensayo que Siegfried Kracauer escribió en 1936, en su exilio parisino, para el Instituto para la Investigación Social (Institut für Sozialforschung), que dirigía Max Horkheimer, y que luego sería conocido por Escuela de Fráncfort. El ensayo no llegó a editarse por ser excesivamente largo, aunque tal vez pesó algo en su rechazo el hecho de que Horkheimer tenía "vetado" a Kracauer, por haber declinado reseñar personalmente uno de sus ensayos en el FZ (Frankfurter Zeitung), del que Kracauer era el responsable del suplemento de cultura, Libros, teatro, cine y otros espectáculos.
El libro se completa con cuatro textos complementarios. Dos textos de Adorno: el informe que escribió en "defensa" de Kracauer y su ensayo, y el resumen que el propio Adorno realizó del texto, para poder editarlo en la publicación del Instituto. Un estudio introductorio sobre el ensayo de Kracauer, obra del estudioso y biógrafo del sociólogo alemán: Bernd Stiegler y una introducción del profesor español Jesús Casquete, que repasa la vida de Kracauer, y sostiene que este estudio forma un tándem con su libro De Caligari a Hitler, hasta el punto de explicar y completar el libro sobre el cine alemán.

Y ya puestos a tirar de largo, pues no pude contenerme y me traje este otro libraco para casa:

Había leído algunas partes de este libro en un pdf que circula por el mundo. Como Traverso me parece un historiador muy serio (recomiendo muy mucho su Melancolía de izquierda y La historia como campo de batalla), no pude evitar cogerlo en mi librería de viejo preferida.

[loperena]

Yo ando con esto



y con esto



El primero es una maravilla, el segundo es un ensayo algo ramplón.

[Monsieur Lange]

He dejado en reposo la lectura del ensayo de Kracauer para centrarme en este libro:

Biografía de quien fuera responsable, entre otras iniciativas, de las revistas: El estudiante y Post-Guerra, ediciones Oriente y Editorial Cenit, Librerías de Cristal, Librerías ambulantes y Feria del libro de Madrid. Esa misma que los madrileños clausuran hoy.
Ana Martínez Rus, profesora de Historia Contemporánea de la Complutense, especialista en historia de la edición y la lectura, es la autora de este estudio-biografía de un librero excepcional. Mucho menos conocido y valorado que León Sánchez Cuesta, de quien también nos ha dejado mucho y bueno escrito la autora, Giménez Siles fue un inmenso dinamizador de la cultura, tanto en la España primoriverista y republicana como durante la Guerra Civil y en su exilio mexicano. Inspirándose en las actividades de las Misiones Pedagógicas, este fundador e integrante del grupo de escritores de avanzada, creó las librerías móviles para poder llevar libros de calidad, bien editados y a precios muy asequibles, a lugares olvidados de aquella España,

A la izquierda, el camión en Extremadura, 1934. A la derecha con Alcalá Zamora

Leídas ya un centenar de las casi seiscientas páginas que albergan este estudio-biografía, la lectura resulta muy gratificante, aunque uno, en sus manías, echa de menos alguna mención a Ricardo Urgoiti (su padre Nicolás María de Urgoiti, sí aparece en las páginas) y Luis Buñuel, que pusieron en píe, con Filmófono, la "sección fílmica" de la Literatura de avanzada.

[professor keller]

Recibido como obsequio el domingo. El contenido es apasionante y erudito; la edición, impecable. Aunque LA textura de tapa se puede apreciar en la foto, su efecto "pelo duro" solo responde al tacto.