La película que vi ayer (en casa)
- loperena
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Re: La película que vi ayer (en casa)
Ayer vimos
Accident (Losey, 1967). Desigual. Algunas escenas, especialmente las de distancia corta, sentados a la mesa, espacio cerrado, están muy bien escritas. Pero el guión visto como un todo flojea en algunos momentos.
Accident (Losey, 1967). Desigual. Algunas escenas, especialmente las de distancia corta, sentados a la mesa, espacio cerrado, están muy bien escritas. Pero el guión visto como un todo flojea en algunos momentos.
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Re: La película que vi ayer (en casa)
Ayer vimos
Feng Liu Yi Dai aka Caught by the Tides (Jia Zhangke, 2024)
Jia Zhangke ha hecho del tiempo su materia prima y de la historia reciente de China su gran obsesión. Desde Xiao Wu (1997) hasta Ash is Purest White (2018), su cine ha sido un testimonio de la disolución y mutación de un país a través de las fracturas íntimas de sus personajes. Caught by the Tides es al mismo tiempo una síntesis y un punto de inflexión en su filmografía, una suerte de testamento fílmico donde la imagen se convierte en puro residuo, un eco del pasado que, lejos de ofrecer certezas, se vuelve más elusivo con el paso del tiempo.
La película, un híbrido entre el documental y la ficción—como lo fueron 24 City (2008) o I Wish I Knew (2010)—, se articula a partir de imágenes rodadas por Jia Zhangke a lo largo de dos décadas. El resultado no es solo un collage de la transformación de la China contemporánea, sino también una suerte de autorretrato fílmico donde el propio Jia se convierte en un arqueólogo de su propio cine. Caught by the Tides es, en este sentido, una película doblemente espectral: por un lado, la de una China que ya no existe, que ha sido barrida por la vorágine del desarrollo; por otro, la de un cineasta que revisita sus propias imágenes con la melancolía de quien observa ruinas familiares.
La estructura fragmentaria del filme recuerda en cierto modo al Chris Marker de Sans Soleil (1983), cineasta que hizo de la memoria un material deconstructivo, más propenso a la errancia que a la linealidad.
A diferencia de la estilización formal de Mountains May Depart (2015) o el lirismo decadente de Still Life (2006), Caught by the Tides apuesta por la crudeza de lo inmediato. No hay artificios ni reconstrucciones: lo que vemos son fragmentos en bruto, retazos de un país y de una vida que se desvanecen a medida que la película avanza. En este sentido, la obra se acerca al radicalismo formal de Chantal Akerman en News from Home (1977), donde la imagen y el tiempo se imponen con una densidad casi insoportable.
Feng Liu Yi Dai aka Caught by the Tides (Jia Zhangke, 2024)
Jia Zhangke ha hecho del tiempo su materia prima y de la historia reciente de China su gran obsesión. Desde Xiao Wu (1997) hasta Ash is Purest White (2018), su cine ha sido un testimonio de la disolución y mutación de un país a través de las fracturas íntimas de sus personajes. Caught by the Tides es al mismo tiempo una síntesis y un punto de inflexión en su filmografía, una suerte de testamento fílmico donde la imagen se convierte en puro residuo, un eco del pasado que, lejos de ofrecer certezas, se vuelve más elusivo con el paso del tiempo.
La película, un híbrido entre el documental y la ficción—como lo fueron 24 City (2008) o I Wish I Knew (2010)—, se articula a partir de imágenes rodadas por Jia Zhangke a lo largo de dos décadas. El resultado no es solo un collage de la transformación de la China contemporánea, sino también una suerte de autorretrato fílmico donde el propio Jia se convierte en un arqueólogo de su propio cine. Caught by the Tides es, en este sentido, una película doblemente espectral: por un lado, la de una China que ya no existe, que ha sido barrida por la vorágine del desarrollo; por otro, la de un cineasta que revisita sus propias imágenes con la melancolía de quien observa ruinas familiares.
La estructura fragmentaria del filme recuerda en cierto modo al Chris Marker de Sans Soleil (1983), cineasta que hizo de la memoria un material deconstructivo, más propenso a la errancia que a la linealidad.
A diferencia de la estilización formal de Mountains May Depart (2015) o el lirismo decadente de Still Life (2006), Caught by the Tides apuesta por la crudeza de lo inmediato. No hay artificios ni reconstrucciones: lo que vemos son fragmentos en bruto, retazos de un país y de una vida que se desvanecen a medida que la película avanza. En este sentido, la obra se acerca al radicalismo formal de Chantal Akerman en News from Home (1977), donde la imagen y el tiempo se imponen con una densidad casi insoportable.
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Re: La película que vi ayer (en casa)
Acabada de ver
Mutter Krausens Fahrt ins Glück (Jutzi, 1929)
Mutter Krausens acaba como comienza Kuhle Wampe: una escena de suicidio. Solo eso ya define la diferencia fundamental entre ambas películas. Mientras que en la primera la desesperanza es una condena ineludible, en la segunda el suicidio es el punto de partida para una toma de conciencia. La miseria y el abandono se presentan en ambas obras, pero con enfoques opuestos en su desenlace: la resignación trágica frente a la posibilidad de un cambio social.
Mutter Krausens se articula como una crónica de la miseria cotidiana. Jutzi, influenciado por la estética de la Nueva Objetividad, renuncia a los artificios del cine expresionista para ofrecer un retrato austero de la desesperación urbana. Como en las obras de Bertolt Brecht o en las crónicas de Joseph Roth, la realidad aquí no es una abstracción simbólica, sino un peso insoportable que aplasta a sus personajes. La estructura del filme recuerda al cine soviético de la época, especialmente a La Madre (1926) de Pudovkin, en su capacidad de entrelazar drama individual y contexto histórico.
Kuhle Wampe, por su parte, adopta un tono más militante y didáctico, en gran parte debido a la colaboración de Bertolt Brecht en el guion. Mientras que Jutzi retrata la desesperación del proletariado sin ofrecer una salida clara, Dudow y Brecht insisten en la necesidad de una toma de conciencia revolucionaria. Si en Mutter Krause el desenlace es trágico e individual, en Kuhle Wampe se percibe un llamado a la acción colectiva, materializado en su icónica secuencia final donde los trabajadores, organizados, se preguntan “¿Quién cambiará el mundo, si no nosotros?”.
A nivel visual, ambas películas renuncian a la estilización expresionista, pero de manera distinta. Mientras Mutter Krausens apuesta por una imagen desprovista de artificio, donde la crudeza de los interiores insalubres y los rostros marcados por la desesperanza son los verdaderos protagonistas, Kuhle Wampe combina elementos documentales con una puesta en escena más calculada y teatral, en consonancia con el teatro épico de Brecht. La fotografía de Guido Seeber en Mutter Krause enfatiza la claustrofobia social, mientras que en Kuhle Wampe se juega con contrastes entre los espacios cerrados de la miseria y la libertad que ofrecen los espacios abiertos, como la mítica secuencia de la carrera en bicicleta.
La cuestión que subyace en ambas películas es la misma que recorrió toda la República de Weimar: ¿puede haber esperanza en un mundo al borde del abismo? La respuesta de Jutzi es implacable: el destino de Mutter Krause y los suyos no es solo una condena personal, sino el reflejo de un sistema que ha abandonado a los más vulnerables. Dudow y Brecht, en cambio, no se conforman con el lamento y ofrecen una alternativa: la organización y la lucha de clase como vía para transformar la realidad. Vista hoy, la confrontación entre estas dos películas no solo resuena como un documento de su tiempo, sino como una reflexión sobre las distintas respuestas que el cine puede ofrecer ante la crisis social y económica. Dos obras esenciales para entender no solo el cine de Weimar, sino la historia del cine político en su conjunto
Mutter Krausens Fahrt ins Glück (Jutzi, 1929)
Mutter Krausens acaba como comienza Kuhle Wampe: una escena de suicidio. Solo eso ya define la diferencia fundamental entre ambas películas. Mientras que en la primera la desesperanza es una condena ineludible, en la segunda el suicidio es el punto de partida para una toma de conciencia. La miseria y el abandono se presentan en ambas obras, pero con enfoques opuestos en su desenlace: la resignación trágica frente a la posibilidad de un cambio social.
Mutter Krausens se articula como una crónica de la miseria cotidiana. Jutzi, influenciado por la estética de la Nueva Objetividad, renuncia a los artificios del cine expresionista para ofrecer un retrato austero de la desesperación urbana. Como en las obras de Bertolt Brecht o en las crónicas de Joseph Roth, la realidad aquí no es una abstracción simbólica, sino un peso insoportable que aplasta a sus personajes. La estructura del filme recuerda al cine soviético de la época, especialmente a La Madre (1926) de Pudovkin, en su capacidad de entrelazar drama individual y contexto histórico.
Kuhle Wampe, por su parte, adopta un tono más militante y didáctico, en gran parte debido a la colaboración de Bertolt Brecht en el guion. Mientras que Jutzi retrata la desesperación del proletariado sin ofrecer una salida clara, Dudow y Brecht insisten en la necesidad de una toma de conciencia revolucionaria. Si en Mutter Krause el desenlace es trágico e individual, en Kuhle Wampe se percibe un llamado a la acción colectiva, materializado en su icónica secuencia final donde los trabajadores, organizados, se preguntan “¿Quién cambiará el mundo, si no nosotros?”.
A nivel visual, ambas películas renuncian a la estilización expresionista, pero de manera distinta. Mientras Mutter Krausens apuesta por una imagen desprovista de artificio, donde la crudeza de los interiores insalubres y los rostros marcados por la desesperanza son los verdaderos protagonistas, Kuhle Wampe combina elementos documentales con una puesta en escena más calculada y teatral, en consonancia con el teatro épico de Brecht. La fotografía de Guido Seeber en Mutter Krause enfatiza la claustrofobia social, mientras que en Kuhle Wampe se juega con contrastes entre los espacios cerrados de la miseria y la libertad que ofrecen los espacios abiertos, como la mítica secuencia de la carrera en bicicleta.
La cuestión que subyace en ambas películas es la misma que recorrió toda la República de Weimar: ¿puede haber esperanza en un mundo al borde del abismo? La respuesta de Jutzi es implacable: el destino de Mutter Krause y los suyos no es solo una condena personal, sino el reflejo de un sistema que ha abandonado a los más vulnerables. Dudow y Brecht, en cambio, no se conforman con el lamento y ofrecen una alternativa: la organización y la lucha de clase como vía para transformar la realidad. Vista hoy, la confrontación entre estas dos películas no solo resuena como un documento de su tiempo, sino como una reflexión sobre las distintas respuestas que el cine puede ofrecer ante la crisis social y económica. Dos obras esenciales para entender no solo el cine de Weimar, sino la historia del cine político en su conjunto
- Sobrina
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Re: La película que vi ayer (en casa)
Estas son las películas anteriores a 1980 que vi la semana pasada:
Caught / Atrapados (1949)
Como en ‘Almas desnudas’, Ophuls mezcla con maestría en esta película el melodrama y el thriller en un ambiente noir, rodando en tomas largas y estupendos encuadres a Robert Ryan, James Mason y Barbara Bel Geedes.
In Celebration (1975)
Con un espléndido reparto, encabezado por Alan Bates y Brian Cox, Lindsay Anderson pone en imágenes la obra de David Storey, un melodrama familiar lleno de secretos y rencores larvados. Muy disfrutable.
The Salvation Hunters (1925)
A Josef Von Sternberg se le fue la mano con los intertítulos, muy numerosos además de pomposos, en su debut como director, una historia sobre la esperanza de salir de la pobreza llena de hermosas composiciones visuales. Cobra brío en la segunda mitad, cuando el trío protagonista abandona los muelles.
La ronde (1950)
Esta película de Ophuls va fluyendo con elegancia a través de una cadena de personajes que comparten pulsiones sexuales y hacen avanzar la película de la mano de un maestro de ceremonias y un tiovivo. Un artificio gozoso.
Suspicion / Sospecha (1941)
Otra película de Hitchcock que ha mejorado al revisarla. Fue un gran acierto elegir a Cary Grant, un actor asociado a papeles agradables, para interpretar a un vividor, y quizás un sociópata, que se casa con la encantadora Joan Fontaine, que quizás es una histérica.
Shadow of a Doubt / La sombra de una duda (1943)
Volver a verla ha sido una pequeña decepción. El misterio del tío Cotten queda despejado en el primer tercio y la chiquilla se enamora del poli de forma atropellada, pero está tan bien rodada que podría repetir dentro de unos años.
Angel Face / Cara de ángel (1952)
Cómo me gusta este melodrama noir de Otto Preminger, con esas curvas que dan acceso a la mansión, ese peligroso precipicio y Jean Simmons intentando manipular a todo un Robert Mitchum. Estupenda película.
Le plaisir / El placer (1952)
Como ‘La ronde’, esta película de Ophuls es puro artificio y está rodada con tanto gusto como otras, pero me cuesta más disfrutarla. Quizás es porque se me hace largo el capítulo de las prostitutas en la comunión.
Till We Meet Again (1944)
Una monja, un soldado estadounidense, nazis y la Francia ocupada mostrada siempre de noche y en fantasmagóricas recreaciones en estudio. Con estos mimbres Frank Borzage crea una notable película de amor y violencia soterrada.
Caught / Atrapados (1949)
Como en ‘Almas desnudas’, Ophuls mezcla con maestría en esta película el melodrama y el thriller en un ambiente noir, rodando en tomas largas y estupendos encuadres a Robert Ryan, James Mason y Barbara Bel Geedes.
In Celebration (1975)
Con un espléndido reparto, encabezado por Alan Bates y Brian Cox, Lindsay Anderson pone en imágenes la obra de David Storey, un melodrama familiar lleno de secretos y rencores larvados. Muy disfrutable.
The Salvation Hunters (1925)
A Josef Von Sternberg se le fue la mano con los intertítulos, muy numerosos además de pomposos, en su debut como director, una historia sobre la esperanza de salir de la pobreza llena de hermosas composiciones visuales. Cobra brío en la segunda mitad, cuando el trío protagonista abandona los muelles.
La ronde (1950)
Esta película de Ophuls va fluyendo con elegancia a través de una cadena de personajes que comparten pulsiones sexuales y hacen avanzar la película de la mano de un maestro de ceremonias y un tiovivo. Un artificio gozoso.
Suspicion / Sospecha (1941)
Otra película de Hitchcock que ha mejorado al revisarla. Fue un gran acierto elegir a Cary Grant, un actor asociado a papeles agradables, para interpretar a un vividor, y quizás un sociópata, que se casa con la encantadora Joan Fontaine, que quizás es una histérica.
Shadow of a Doubt / La sombra de una duda (1943)
Volver a verla ha sido una pequeña decepción. El misterio del tío Cotten queda despejado en el primer tercio y la chiquilla se enamora del poli de forma atropellada, pero está tan bien rodada que podría repetir dentro de unos años.
Angel Face / Cara de ángel (1952)
Cómo me gusta este melodrama noir de Otto Preminger, con esas curvas que dan acceso a la mansión, ese peligroso precipicio y Jean Simmons intentando manipular a todo un Robert Mitchum. Estupenda película.
Le plaisir / El placer (1952)
Como ‘La ronde’, esta película de Ophuls es puro artificio y está rodada con tanto gusto como otras, pero me cuesta más disfrutarla. Quizás es porque se me hace largo el capítulo de las prostitutas en la comunión.
Till We Meet Again (1944)
Una monja, un soldado estadounidense, nazis y la Francia ocupada mostrada siempre de noche y en fantasmagóricas recreaciones en estudio. Con estos mimbres Frank Borzage crea una notable película de amor y violencia soterrada.
- loperena
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Re: La película que vi ayer (en casa)
Me gustaron mucho cuando las vi en su momento.
Me pasa justo al revés. Al revisarlas recientemente, no me gustó especialmente la primera, pero me pareció magnífica la segunda.Sobrina escribió: ↑06 Feb 2025 19:13
Suspicion / Sospecha (1941)
Otra película de Hitchcock que ha mejorado al revisarla. Fue un gran acierto elegir a Cary Grant, un actor asociado a papeles agradables, para interpretar a un vividor, y quizás un sociópata, que se casa con la encantadora Joan Fontaine, que quizás es una histérica.
Shadow of a Doubt / La sombra de una duda (1943)
Volver a verla ha sido una pequeña decepción. El misterio del tío Cotten queda despejado en el primer tercio y la chiquilla se enamora del poli de forma atropellada, pero está tan bien rodada que podría repetir dentro de unos años.
Por nuestra parte, esta semana la hemos dedicado a ver la miniserie de 8 capítulos
Acht Stunden sind kein Tag (Fassbinder, 1972)
Un Fassbinder algo atípico filma una serie que él mismo denomina "familiar" (hoy día inviable en las plataformas convencionales, cada capítulo dura 100 minutos). Desarrolla diferentes conflictos: generacionales, sentimentales y, fundamentalmente, laborales. Esto último es lo más atractivo del producto, con un último capítulo de aire didáctico sobre algunos principios del comunismo. Excelentes actores, aires brechtianos y espléndido interiorismo proletario setentero.
- loperena
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Re: La película que vi ayer (en casa)
Ayer vimos
How heavy this hammer (Radwanski, 2015)
Kazik Radwanski no tiene prisa. How Heavy This Hammer no es la típica historia de redención ni un gran drama sobre la crisis de la mediana edad. Es más bien una inmersión en la rutina de un tipo cualquiera, Erwin, un hombre que se va apagando poco a poco sin que nadie, ni él mismo, haga demasiado por evitarlo. Tiene familia, pero se siente desconectado. Tiene un trabajo, pero no parece importarle demasiado. Su único escape son los videojuegos y una sensación de insatisfacción que no sabe cómo expresar.
La película tiene algo hipnótico en su austeridad. La cámara sigue a Erwin de cerca, pegada a su nuca, como si nos obligara a meternos en su cabeza sin darnos respiro. No hay grandes giros ni explosiones emocionales, solo escenas que se van acumulando, mostrando la erosión lenta de alguien que no sabe muy bien qué hacer con su vida. Radwanski filma todo con una crudeza que recuerda al cine de los Dardenne o de ciertos trabajos de Lodge Kerrigan, pero sin alardes estilísticos. Es un realismo tan seco que casi roza el documental.
Lo interesante es que no nos pide que simpaticemos con Erwin. No es un pobre hombre que merece nuestra compasión, pero tampoco es un monstruo. Simplemente está atrapado en una espiral de desconexión emocional y apatía, y la película transmite esa incomodidad. La manera en que se refugia en los videojuegos, su torpeza afectiva, sus intentos fallidos de reconectar con sus hijos… Todo está mostrado sin dramatismo, sin subrayados. No hay música melancólica que nos diga cómo sentirnos ni diálogos explicativos. Solo estamos ahí, viendo a un tipo perderse en su propia inercia.
Al final, lo que queda es una sensación de vacío, pero un vacío real, tangible, nada impostado. How Heavy This Hammer no es una película que busque gustar o emocionar de manera convencional, pero su retrato de la crisis masculina es tan sutil como demoledor. No hay grandes frases ni escenas memorables, pero cuando termina, te das cuenta de que la has sentido en el cuerpo. Como un golpe seco.
Mat and Mara (Radwanski, 2024)
De las tres que he visto de Radwanski, esta es la más redonda y la que más me ha gustado. El canadiense deja a un lado a sus queridos personajes a punto de desequilibrarse (la protagonista de Anne at 13,000 Ft. es el ejemplo perfecto) y se decide por una historia más en la línea del "indie intimista" o "mumblecore evolucionado": protagonistas jóvenes o de mediana edad con profesiones creativas o intelectuales a quienes asalta una crisis sentimental y existencial. Adopta el esquema que siempre funciona de "alguien a quien hace tiempo que no ves reaparece en tu vida para volver a desaparecer". Radwanski juega muy bien con el tono, pasando de la comedia a llanto sin saltos abruptos. Hace también un gran trabajo con los actores, especialmente con el magnífico Matt Johnson.
How heavy this hammer (Radwanski, 2015)
Kazik Radwanski no tiene prisa. How Heavy This Hammer no es la típica historia de redención ni un gran drama sobre la crisis de la mediana edad. Es más bien una inmersión en la rutina de un tipo cualquiera, Erwin, un hombre que se va apagando poco a poco sin que nadie, ni él mismo, haga demasiado por evitarlo. Tiene familia, pero se siente desconectado. Tiene un trabajo, pero no parece importarle demasiado. Su único escape son los videojuegos y una sensación de insatisfacción que no sabe cómo expresar.
La película tiene algo hipnótico en su austeridad. La cámara sigue a Erwin de cerca, pegada a su nuca, como si nos obligara a meternos en su cabeza sin darnos respiro. No hay grandes giros ni explosiones emocionales, solo escenas que se van acumulando, mostrando la erosión lenta de alguien que no sabe muy bien qué hacer con su vida. Radwanski filma todo con una crudeza que recuerda al cine de los Dardenne o de ciertos trabajos de Lodge Kerrigan, pero sin alardes estilísticos. Es un realismo tan seco que casi roza el documental.
Lo interesante es que no nos pide que simpaticemos con Erwin. No es un pobre hombre que merece nuestra compasión, pero tampoco es un monstruo. Simplemente está atrapado en una espiral de desconexión emocional y apatía, y la película transmite esa incomodidad. La manera en que se refugia en los videojuegos, su torpeza afectiva, sus intentos fallidos de reconectar con sus hijos… Todo está mostrado sin dramatismo, sin subrayados. No hay música melancólica que nos diga cómo sentirnos ni diálogos explicativos. Solo estamos ahí, viendo a un tipo perderse en su propia inercia.
Al final, lo que queda es una sensación de vacío, pero un vacío real, tangible, nada impostado. How Heavy This Hammer no es una película que busque gustar o emocionar de manera convencional, pero su retrato de la crisis masculina es tan sutil como demoledor. No hay grandes frases ni escenas memorables, pero cuando termina, te das cuenta de que la has sentido en el cuerpo. Como un golpe seco.
Mat and Mara (Radwanski, 2024)
De las tres que he visto de Radwanski, esta es la más redonda y la que más me ha gustado. El canadiense deja a un lado a sus queridos personajes a punto de desequilibrarse (la protagonista de Anne at 13,000 Ft. es el ejemplo perfecto) y se decide por una historia más en la línea del "indie intimista" o "mumblecore evolucionado": protagonistas jóvenes o de mediana edad con profesiones creativas o intelectuales a quienes asalta una crisis sentimental y existencial. Adopta el esquema que siempre funciona de "alguien a quien hace tiempo que no ves reaparece en tu vida para volver a desaparecer". Radwanski juega muy bien con el tono, pasando de la comedia a llanto sin saltos abruptos. Hace también un gran trabajo con los actores, especialmente con el magnífico Matt Johnson.
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Re: La película que vi ayer (en casa)
Ayer vimos
Tokyo Sonata (Kurosawa, 2008)
Comienza con un tono distópico chocante: ¿Paro en Japón? ¿Colas del hambre? ¿Oficinas de empleo de aire kafkiano? Desarrolla muy bien las distintas líneas argumentales, propicia escenas de aire tragicómico (ese ejecutivo que finge que lo llaman por teléfono cada diez minutos), genera un previsible choque entre una autoridad paterna en declive y una familia que está soltando amarras. En un momento dado, Kurosawa mete un flashback desconcertante e imprime un giro a la historia de tal manera que la vuelve caótica, tremebunda, pasada de vueltas. Uno cree que esto va a seguir así hasta el final (qué pena), pero no. Kurosawa recoge hilo, vuelve a plegar las diferentes historias abiertas y confecciona un final hermoso y redondo. Una sorpresa, habrá que seguir explorando por aquí.
Tokyo Sonata (Kurosawa, 2008)
Comienza con un tono distópico chocante: ¿Paro en Japón? ¿Colas del hambre? ¿Oficinas de empleo de aire kafkiano? Desarrolla muy bien las distintas líneas argumentales, propicia escenas de aire tragicómico (ese ejecutivo que finge que lo llaman por teléfono cada diez minutos), genera un previsible choque entre una autoridad paterna en declive y una familia que está soltando amarras. En un momento dado, Kurosawa mete un flashback desconcertante e imprime un giro a la historia de tal manera que la vuelve caótica, tremebunda, pasada de vueltas. Uno cree que esto va a seguir así hasta el final (qué pena), pero no. Kurosawa recoge hilo, vuelve a plegar las diferentes historias abiertas y confecciona un final hermoso y redondo. Una sorpresa, habrá que seguir explorando por aquí.
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Re: La película que vi ayer (en casa)
Ayer volvimos a ver
Pitfall (De Toth, 1948)
La había visto hace poco más de un año, pero como olvido fácilmente pues la vi de nuevo. Me sirvió para confirmar algunas cosas del primer visionado y revisar otras. Me sigue pareciendo una película bastante solvente, con una historia ágil, bastante bien interpretada (Powell me pareció más adecuado al papel en esta ocasión, no así en la primera; Burr igual de baboso, excelente villano; y Scott muy bien también en el papel de objeto de deseo sin llegar a femme fatale. Lo que me sigue disgustando es el final. Cortaría 5 minutos antes de the end, en este plano

Me parece el final más coherente si queremos que la película parezca una tragedia: dos muertos, una condenada y un tipo que lo pierde todo. Hay catarsis, hay enseñanza (cuidado con la audacia, vigila el deseo, a todos nos ronda la ceguera). Per de Toth opta por esto

Nos hemos conmovido un poquito, hemos tocado fondo pero al fin salimos a flote. Esto es melodrama. Hay esperanza, hay moral (hay que perdonar, el dolor redime, dios muere por nosotros).
Pitfall (De Toth, 1948)
La había visto hace poco más de un año, pero como olvido fácilmente pues la vi de nuevo. Me sirvió para confirmar algunas cosas del primer visionado y revisar otras. Me sigue pareciendo una película bastante solvente, con una historia ágil, bastante bien interpretada (Powell me pareció más adecuado al papel en esta ocasión, no así en la primera; Burr igual de baboso, excelente villano; y Scott muy bien también en el papel de objeto de deseo sin llegar a femme fatale. Lo que me sigue disgustando es el final. Cortaría 5 minutos antes de the end, en este plano

Me parece el final más coherente si queremos que la película parezca una tragedia: dos muertos, una condenada y un tipo que lo pierde todo. Hay catarsis, hay enseñanza (cuidado con la audacia, vigila el deseo, a todos nos ronda la ceguera). Per de Toth opta por esto

Nos hemos conmovido un poquito, hemos tocado fondo pero al fin salimos a flote. Esto es melodrama. Hay esperanza, hay moral (hay que perdonar, el dolor redime, dios muere por nosotros).
- loperena
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Re: La película que vi ayer (en casa)
Cosas varias
Alice in Wonderland (Miller, 1966)
Producción de la BBC con unos cuantos rostros famosos y música de Ravi Shankar. No supera a la versión de McLeod ni a la de Svankmajer.
Chime (Kurosawa, 2024)
Mediometraje amparado en la premisa de que la gente está enloqueciendo. Sigue por ese camino unos buenos 40 minutos y remata en seco en un final tan abierto que se oye correr el aire. Ni fu ni fa.
Cloud (Kurosawa, 2024)
La primera hora y pico mantiene la atención a pesar de ser algo reiterativa. En el tramo final se desmarcha completamente y uno pierde el interés por lo que le pueda suceder a los personajes.
Confession (May, 1937)
Melodrama materno-filial bastante digno que se convierte en lo mejor visto estos últimos días.
Alice in Wonderland (Miller, 1966)
Producción de la BBC con unos cuantos rostros famosos y música de Ravi Shankar. No supera a la versión de McLeod ni a la de Svankmajer.
Chime (Kurosawa, 2024)
Mediometraje amparado en la premisa de que la gente está enloqueciendo. Sigue por ese camino unos buenos 40 minutos y remata en seco en un final tan abierto que se oye correr el aire. Ni fu ni fa.
Cloud (Kurosawa, 2024)
La primera hora y pico mantiene la atención a pesar de ser algo reiterativa. En el tramo final se desmarcha completamente y uno pierde el interés por lo que le pueda suceder a los personajes.
Confession (May, 1937)
Melodrama materno-filial bastante digno que se convierte en lo mejor visto estos últimos días.
- yogiyamada
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Re: La película que vi ayer (en casa)
Corrió mi lista de espera y vi Doubles vies, 2018 de Olivier Assayas. Film de autor donde las conversaciones fluyen entre lo mundano y lo filosófico con una naturalidad muy calculada. La discusión sobre el mundo editorial y la transformación digital está perfectamente entrelazada con las relaciones personales de los personajes, mostrando cómo lo privado y lo profesional se cruzan constantemente en este microcosmos. Assayas juega mucho con la ambigüedad y el contraste de generaciones, sin inclinarse por un bando específico en la discusión sobre lo digital y la literatura tradicional. Hay una meta referencia cinematográfica muy sutil pero efectiva, especialmente cuando Juliette Binoche interpreta a una actriz que menciona películas en las que ha trabajado en la vida real. Es casi un juego que Assayas plantea sobre la autoconciencia del cine como medio, algo que también hacía en "Clouds of Sils Maria", pero aquí con un tono más liviano. Leonard (Vincent Macaigne), el escritor de auto ficción, es interesante porque representa ese autor atrapado en su propio juego de la auto ficción, donde la realidad y la narrativa se mezclan hasta el punto de perder autenticidad. Su esposa, interpretada por Nora Hamzawi, le da un contrapunto fuerte con su pragmatismo y su forma de ver el mundo con menos dramatismo existencial. Es un gran contraste de sensibilidades. Assayas disecciona estas "dobles vidas" con una precisión quirúrgica, y al final, lo que queda es la inevitable imitación de la vida, que a su vez se convierte en una autoficción involuntaria. En Doubles vies, los personajes parecen atrapados en sus propias narrativas hasta que la vida les devuelve un giro inesperado, recordándoles que, al final, ninguna historia está completamente bajo su control. Por otra parte Assayas bebe de Allen, comparten ese gusto por los diálogos ágiles e intelectuales, donde las conversaciones van más allá de lo inmediato y tocan temas de identidad, arte y relaciones humanas. Sin embargo, mientras Allen tiende a insertar una ironía más evidente y situaciones cómicas dentro de su reflexión existencial, Assayas se mantiene en un tono más sobrio, casi documental en su aproximación. El resultado es que Doubles vies no busca hacer reír con sus contradicciones, sino exponerlas con una cierta melancolía, dejando que el espectador saque sus propias conclusiones. Es como si el debate sobre la era digital fuera una excusa para mostrar que, al final, las inquietudes humanas siguen siendo las mismas, sin importar el medio.



Aportemos todos a que el Cine hable al alma al compartirlo libremente.