En los confines de Europa del Este, en la antigua República de Zubrowka, se encontraba el Gran Hotel Budapest. Un joven escritor (Jude Law) recuerda una estancia en el hotel durante la temporada baja hace muchos años y recuerda las historias que escuchó sobre el pasado del hotel de boca del anciano propietario, el Sr. Zero Moustafa (F. Murray Abraham). Le cuenta al escritor cómo llegó a adquirir el hotel y quién era el conserje original del Gran Hotel Budapest, M. Gustave (Ralph Fiennes). El joven Zero (Tony Revolori) era un chico de recepción en ese momento y acompaña a Gustave a la lectura de un testamento después de que muere uno de sus huéspedes habituales. Le deja a Gustave un valioso cuadro, pero cuando el hijo de la mujer impugna el testamento, Gustave y Moustafa roban el cuadro, lo que desencadena una serie de acontecimientos que conducirán a la situación actual de Moustafa.
Desplat describe su partitura como “el sonido de Mittel-Europa”, una especie de mezcolanza cultural de ideas instrumentales y estilos de composición que pretende imitar un lugar mítico que suena “vagamente europeo” para los oídos estadounidenses inexpertos, de forma muy similar a como el propio país ficticio de Zubrowka es una amalgama de diferentes arquitecturas, paisajes y acentos. Con este fin, Desplat aumentó su orquesta con todo tipo de texturas musicales extraídas de todo el mapa: cítaras, címbalos húngaros, cantos gregorianos, trompas alpinas, silbatos, balalaikas rusas, órganos, campanas e incluso tiroleses. Todo en la partitura tintinea y centellea, brinca y baila, y todo está construido alrededor de una única idea temática recurrente acompañada de varias otras pequeñas viñetas que resaltan una determinada textura instrumental, elemento rítmico o estilo de baile. Este es el tema de Mr. Moustapha.