La Symphonie du Hanneton
(James Thiérrée, 2005)
James Thiérrée es uno de esos genios que uno se pregunta de donde puede sacar tanta idea, que le dieron para tener esa imaginación, de donde le brota. Porque de que la tiene, la tiene. Será que como dicen: lo hereda, no lo hurta. Es clown, músico, actor, dramaturgo, bailarín, pero sobre todo es de esos creadores que lo que les sobra es imaginación, el suizo, naturalizado francés, adicto a vivir entre telones, iluminación artificial y escenografías multicolores, nieto de Chaplin y bisnieto de Eugene O´Neill.(James Thiérrée, 2005)
James Thiérrée logra hacer lo inimaginable posible con un lenguaje único que no necesita de la palabra para que se entienda, y se entiende porque va más allá de un texto oral, es una sofisticada poesía sin reglas escénicas, muy libre, que combina muchos elementos para que el texto emerja a través de la música, la danza o la pantomima. Una sensación de libertad…
A mediados de la década de los noventa, James fundó una compañía de circo que reflejaba su propia estética teatral. La llamó cariñosamente Compagnie du Hanneton. (Hanneton en francés es un tipo de bicho o lo que se llama en inglés un junebug.). En 1988, la compañía montó su primer espectáculo La Symphonie du Hanneton o The Junebug Symphony, una surrealista y maníaca fusión de acrobacia, contorsionismo, malabarismo y personajes fantásticos. James señala que en un principio este espectáculo para cuatro personajes le llegó como “un cúmulo de imágenes y deseos que uno no puede seguir encerrando en el desván”.
James Thiérrée aporta a la escena toda su imaginación en una obra universal donde el lenguaje del cuerpo es la expresión, y ese se entiende en cualquier parte del mundo.
James Thiérrée, lo imaginable posible
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