James Mason en Ci Cl escribió:Curiosamente para ser una de las últimas películas de Howard Hawks casi pasa por ser una de sus obras malditas, y no ya dentro de nuestras fronteras, sino también prácticamente en el extranjero (Estados Unidos, Inglaterra…). De hecho, Robin Wood en su libro sobre Howard Hawks, publicado por ediciones JC, afirma:
“Peligro….línea 7000 es, quizá, en Inglaterra al menos, la película más subestimada de los años 60. Los críticos poco menos que la ignoraron, el público (que no conocía a ninguno de los actores) no fue a verla. Al mismo Hawks no le gusta: es difícil entender por qué…”
Pese a haber varios libros editados en España sobre la figura de Hawks, no hay tanto escrito sobre esta película. Curiosamente, cuando he ojeado los indicies de todo lo publicado en casi la Macro enciclopedia del cine que es, para mi, la revista Dirigido Por, me he llevado la sorpresa que la única vez que se ha sacado a la luz, a través de un artículo, es en el número 84, y es uno de los pocos números que no tengo o me faltan de esa época (por lo que sería importante si alguien lo tiene, pienso debe ser difícil, pudiera escaner el artículo o al menos citar algunos párrafos).
He tenido que recurrir a varios libros para, en este caso, mostrar dos opiniones contrapuestas, una claramente a favor de la película, la otra con manifestación parcialmente negativa hacia ella. Más tarde sacaré a colación varios párrafos de los mismos
A mi modo de ver, no es de lo mejor de Hawks, ni de lejos: en algunas de sus últimas películas se nota esa decadencia, esas formas repetitivas (para mi Rio Lobo, sin que piense que es una mala película, me parece una de sus obras menos personales, menos logradas) y sin embargo, no es óbice para que otras dos de las cuatro últimas -Su juego favorito y Eldorado- estén entre lo mejor de su obra.
Yo pienso que Peligro… queda un poco deslavazada, en el sentido que intenta abordar varias historias de personajes, unidos a través de un punto común, las carreras de coches, pero, en este caso, con lagunas, altibajos, quizás sobre todo (y aquí si estoy de acuerdo con lo que dice Quim Casas en su libro, ya lo citaré) debido a problemas de guión. También era la primera vez en su carrera que en el fondo no había un único hilo conductor, sino tres a la vez, y había que relacionar esas historias de una forma creíble, conseguir que cada grupo de personajes (en el fondo se puede hablar de parejas) llegará a captar la atención del espectador. Puede que uno de los errores parta de la base, es decir, de la elección de los actores (ninguno de ellos, por aquel entonces, era conocido entre el público… luego tan solo James Caan hizo carrera), pero eso no debería ser obstáculo en los tiempos actuales, con obras maestras indiscutibles, sobre todo en el cine europeo o asiático, interpretadas por actores totalmente desconocidos o incluso semiprofesionales (quizás para el público de los años 60, todavía apegado al star system, si podía ser un posible impedimento).
Para mi la dificultad de abordar varias historias sin perder ese hilo conductor, dentro de una película, es realmente alta (últimamente algunos directores si consiguieron estructurar acertadamente obras de este tipo con bastante acierto, y tengo en mente, principalmente, a Robert Altman sobre todo con Shot cups). Sin embargo, opino que hay que tener una gran claridad de ideas y un guión elaborado a conciencia, para no caer en ese deslavazamiento o esa deshilachado tan típico de estos casos (pienso también en los casos de películas de episodios, donde por mucho que se intenta establecer un nexo de unión, siempre hay unos mas logrados que otros, y mas cuando en estos casos hay varios directores de por medio: Si yo tuviera un millón, Cuatro páginas de la vida…)
Posiblemente esta forma de narrar es más típica, más propia, del ámbito literario que del cinematográfico, hay más posibilidades, al menos en este campo. A mi me viene a la memoria la forma de componer sus libros, sus historias, del escritor americano John Dos Passos, sobre todo en su obra cumbre, Manhattan Transfer. Voy a citar algún apartado del prólogo de Jose Maria Valverde (catedrático de la Universidad de Barcelona), en la edición de RBA Editores, Colección Clásicos del Siglo XX.: “El lector puede tardar algún tiempo en darse cuenta de que las acciones que se presentan, con óptica aparentemente convencional, no son sino hilos en una trama, voces en una polifonía, cuyos respectivos desarrollos no pretenden tener especial sugestión de intriga argumental, sino integrarse en un conjunto plural, que vale precisamente como imagen del abigarrado mundo neoyorquino. Por eso, para enfocar la visión del lector a ese perspectiva de totalidad, resultan esenciales esos trozos –menores de una página- que encabezan cada capítulo, y que, a medida que avanza el libro, se van haciendo cada vez más lacónicos y densos, como imágenes al margen de toda acción, para ayudar a la imaginación y romper la continuidad argumental. (El cine, todavía mudo entonces, marcaba ese arte de construir). Cabría, ciertamente, ofrecer un índice de los numerosos personajes que se mantienen en marcha durante todo el libro –en mas de treinta años de historia de la ciudad-, pero con ello se iría en contra del propósito del autor, que quiere mezclar más que separar las líneas de acción: la niña que nace en las primeras páginas será actriz y tendrá complejos destinos…”. Esa amalgama de personajes, continuamente relacionados, son en el fondo uno, es en el fondo la ciudad, la verdadera protagonista, es cierto, pero esto no lo consiguió plenamente Hawks en su película.
Y sin embargo, no me parece una película fallida; hay mucho vigor en ella, esa forma de narrar innata de Hawks, a pesar de todo, está muy presente en muchas de las secuencias. Muchos de sus temas favoritos, de las constantes de su cine, sus leitmotiv, están presentes: el sentido de la profesionalidad, de la amistad, el compañerismo, el espíritu de la aventura (incluso cuando no se trata de una película de aventuras en sentido estricto), la capacidad de generar esas escenas de alta comedia en también algunas de las secuencias (de hecho es muy difícil establecer o encasillar esta película dentro de un género en concreto, es comedia, es aventura, es melodrama…), el factor riesgo, siempre presente y siempre rozando la tragedia (dentro de uno de tantos de esos mundos o pequeños microcosmos masculinos que fueron siempre una constante en el cine de Hawks: el mundo de la aviación comercial, la caza de animales, el mundo de las carreras de automóviles, el salvaje Oeste… el periodismo, entonces casi en esencia algo masculino…) el papel siempre controvertido de la mujer como compañera, unas veces, como punto de ruptura o de desunión en otras: hay un curioso libro sobre Howard Hawks, de Felix Martialay, publicado en 1972 a la par que se celebró en XX Fetival del Cine de San Sebastián, en el que se aportan las claves o puntos constantes, repetitivos y temas, géneros habituales en el cine de Hawks. En dicho libro, Martialay expresa o se decanta por un Hawks ciertamente misógino en relación al papel que juega la mujer en el cine del director de Rio Bravo, y para ello cita los personajes de Louis Brooks (Una novia en cada puerto), la Zita Johann de Tiger Shark, la Joan Collins (Nellifer) de Tierra de faraones e incluso la Katherine Hepburn de La fiera de mi niña; yo difiero de esta opinión, si estoy de acuerdo en el primer caso, luego otros personajes como Zita Johann o June Lang de The road to glory, o la Rita Hayworth de Only angels have wings que aparentemente sirven de punto de ruptura o desunión en la amistad de dos hombres, simplemente son personajes que aparecen en un mundo que no es el suyo o dentro de unas circunstancias adversas como pueden ser la guerra o micro-universos perfectamente o marcadamente varoniles, como son el mundo de la aviación comercial o el mundo de la pesca marítima… en cuanto al papel de Katherine Hepburn, aporta su desbordada personalidad (como luego haría Paula Prentiss en relación con Rock Hudson en Su juego favorito) en contraposición con la apatía y torpeza del personaje masculino de Cary Grant y el personaje de Nellifer aporta ese contraste negativo al también negativo personaje de Keops (Jack Hawkins), ambicionso, megalómano y despótico.
Robin Wood, en el libro sobre Howard Hawks antes citado, dice:
“Es una película intensamente personal, basada en una historia original del propio Hawks, y que muestra en su realización todos los signos de un íntimo compromiso del autor: la declaración de Hawks de que perdió interés queda traicionada por cada plano. Tiene todo aquello de lo que carecen sus dos inmediatas predecesoras: ese grado de intensidad creativa que impulsa a una constante precisión de l aorganización global con que está realizada. Unida a su coherencia encontramos una juvenil vitalidad que no se puede atribuir enteramente a un reparto, en general. admirablemente enérgico, joven y receptivo, aunque sin duda los actores proporcionen un importante estímulo. La tensión y la economía en todos los elementos cinematográficos, diálogos, interpretación, utilización de la cámara, montaje, no son característicos del último Hawks, aunque cada secuencia es inequívocamente hawksiana.”
“De hecho, la economía que rige todo el film es tal que se piensa que Hawks estaba intentando averiguar cuánto podía excluir, o, alternativamente, cuánto podía incluir; pocas veces es una película se ha cubierto tanto terreno en tampoco tiempo.”
“Los personajes de Hawks rara vez son introspectivos; su inteligencia empírica está dirigida hacia las circunstancias en que se ven envueltos. Las perturbaciones interiores tienden a ser resueltas a través de la terapia de la experiencia más que a través del análisis introspectivo”
En cambio, el crítico de cine Quim Casas, en su espléndido libro: Howards Hawks, afirma:
“Puede que el problema principal de Peligro…línea 7000 estribe en el deshilachado trabajo de su guionista, George Kirgo, incluso en la nula capacidad de la mayoría de sus actores para hacer creíbles los vaivenes emocionales que viven los protagonistas de este segundo, y último, melodrama automovilístico rodado por Hawks, más complejo en teoría que Avidez de tragedia”.
“De ahí el ritmo descompensado de un film que, además, resulta demasiado obvio en su estilo casi maquinal de presentar unas situaciones progresivamente monótonas y repetitivas, tanto en su esbozo argumental como en su puesta en escena definitiva. la mirada hawaiana es en este sentido menos exultante, más otoña. Peligro… línea 7000 muestra evidentes signos de cansancio y escepticismo, relegando además la tarea profesional a una práctica individualizada muy distinta a la idea del grupo desarrollada por los cazadores de ¡Hatari! o los sheriffs y ayudantes de Río Bravo y El Dorado”
“Si el vaiven de personajes y conflictos sentimentales marca el proceso narrativo y sus fluctuaciones dramáticas, que son constantes, una cierta parquedad de ideas visuales –que incluye la discreta fotografía del veterano Milton Krasner, por aquel entonces asociado a Vincent Minnelli y con el que Hawks ya había trabajado en Me siento rejuvenecer y el episodio de Cuatro páginas de la vida-, de desidia en la construcción de las escenas y en la elaboración de los engarces entre distintos bloques, convierte Peligro… línea 7000 en una película difusa y contradictoria, porque siendo una producción personal, parece más una obra de encargo que Hawks no acaba de asumir en ninguno de los dos sentidos”
Y para finalizar, una de las reseñas mas importantes de esta película, la del maestro Miguel Marías que en el número 7-8 de la desaparecido revista Papeles de Cine Casablanca (año 1981 y como parte de una antología que abordó gran parte de la obra de Howard Hawks y donde escribieron “gente” como el propio Miguel Marías, Fernando Trueba, Carlos Boyero, Manolo Marinero, Jose Luis Guarner o Felipe Vega… casi nada), decía:
“Red Line 7000 se caracteriza por una precisión visual –encuadres, cambios de plano, escuetos y funcionales movimientos de cámara e intérpretes- sólo comparable a la de la secuencia inicial de Rio Bravo y la totalidad de Man´s Favorite Sport?. La más elíptica y veloz que hizo, una de las más secas y duras como narración, carece de personajes –maduros o viejos- con los que el director pueda identificarse: todos son jóvenes impulsivos e inseguros, y entre ellos se encuentran varios de los contados neuróticos que Hawks se dignó tratar. ¿Por qué entonces tanta emoción. Porque sus verosímiles aventuras modernas, sin la solidez de roca de un John Wayne, la elegancia para disimular del sensible Cary Grant o la impasibilidad del moralmente indignado Bogart, han heredado el modesto y dinámico estoicismo de estos: no se quejan ni se entregan al dolor, no se rinden ante lo irreversible; vemos que a los héroes legendarios de antaño resistir, sobreponerse y seguir adelante, pero ni ellos lo confiesan ni Hawks lo subraya. Pocas veces un hombre de sesenta y nueve años ha sido capaz de mirar tan limpiamente –con una mentalidad tan despejada, generosa, libre de prejuicios- a unos personajes que podrían ser sus hijos, sin hacerles reproches ni buscarles disculpas-“