No solo las brujas eran perseguidas durante el período de la Inquisición, la Iglesia en la Edad Media comenzó una terrible persecución y aniquilación contra los gatos. Se los consideraba animales diabólicos, crueles y desleales, falsos y manipuladores, portadores de enfermedades y leales compañeros de las brujas. Miles de gatos fueron sacrificados de las formas más crueles, hervidos en agua, en aceite, quemados vivos en hogueras, arrojados desde lo alto de las iglesias en espectáculos públicos.
También durante esta oscura época, se prohibió a cualquier persona alimentar o ayudar de alguna forma a un gato. S la persona desobedecía, esta era acusada de hereje, la Iglesia le expropiaba sus bienes, la persona era torturada y -con suerte- encarcelada, porque lo mas normal era enviarlos a la hoguera.
Pero como toda acción obtiene su reacción tarde o temprano, Europa pagó muy cara su ignorancia. A raíz del genocidio de gatos, llegó la peste negra a Europa, un virus mortal que arrasó con legiones enteras de soldados y mató a la cuarta parte de la población, 25 millones de habitantes de los 100 millones que en ese entonces habitaban el continente europeo.
A partir de esta situación, decidieron permitir a los gatos volver a las poblaciones para acabar con las ratas, y consecuentemente con la peste negra, que hizo estragos durante muchos años.