Censurando a la censura

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Re: Censurando a la censura

Mensaje por PanchoVertigen » 19 Sep 2014 17:56

EL GAVILÁN POLLERO (1951)
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La censura del franquismo en los años cincuenta, se atrevía a extremos tan ridículos como a doblar la película Mogambo, conviritiendo a Grace Kelly y su marido en hermanos, para obviar el pecador acoso del personaje que interpretaba Clark Gable. Los ejemplos ya los hemos ido poder viendo en este hilo.

Pero el caso que comento ahora es más que curioso, porque el problema fue más radiofónico que cinematográfico, porque en la película Pedro Infante sólo cantaba un fragmento de la canción del mismo nombre y ahí vinieron todos los problemas.

Porque un día, se recibió una carta en la sede de la emisora decana española, “no prohibiendo sino aconsejando” que no se emitiera- especialmente en los discos dedicados- esta famosa ranchera que “repetía insistentemente una palabra equívoca”. Y que “aunque la palabra era inofensiva y utiizada en otro contexto, su repetición pertinaz podía hacerla escandalosa".

Ésta es la equívoca y casquivana letra y que San Timorato nos proteja:

EL GAVILÁN POLLERO
Música y letra: Ventura Romero

"Se llevó mi polla el gavilán pollero,
la pollita que más quiero,
que me sirvan otra copa, cantinero,
sin mi polla yo me muero.

Gavilán, gavilán, gavilán,
te llevaste mi polla, gavilán.
Si me vuelves mi polla para acá,
yo te doy todito mi dinero."

Aquí pueden escuchar el tema, que incluí en mi cancionero latino de YouTube, que pronto llegará a los dos millones de visitantes. Lo triste del caso es que aún no se sabe quién se llevó esa polla. Lo único cierto es que los censores franquistas, gilipollas se murieron.
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Re: Censurando a la censura

Mensaje por droid » 19 Sep 2014 18:21

La primera vez que escuché esta canción, hace ya algunos años, fue en el programa de radio de Gomaespuma, y no paré de partirme de risa mientras la oía. :Me parto:

Un saludo. :hi:

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Re: Censurando a la censura

Mensaje por PanchoVertigen » 06 Nov 2014 11:55

El Felpudo de la Cantudo (La Trastienda, Jorge Grau 1975)
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Nota previa para hispanohablantes no conocedores del lunfardo cañí como Keller

Felpudo (RAE) 1. Estera gruesa y afelpada que se usa principalmente en la entrada de las casas a modo de limpiabarros, o para pasillos de mucho tránsito.
2. Vello hirsuto que recubre el pubis femenino


La histeria que no historia de esta escena inicial en la de que por primera vez -y en vida del Caudillo que en guerra esté- se mostraba en el cine español un desnudo frontal femenino, es de lo más carpetovetónicamente cómico que uno conoce y ha dado origen a una de las leyendas urbanas más cachondas del Celtiberia Show. Para ahorrarles la lectura dejo a estos cuatro ilustres miembros de este foro que lo expliquen con sonido e imagen:
Y ahora que ya conocen la noticia, les voy a contar la verdad. Jorge Grau, director de cine barcelonés, se había formado cinéfilamente en el Cine-Club Monterols del Opus Dei, que incluso le financió su primera película. En LA TRASTIENDA quiso ajustar cuentas con la 'mafia blanca' e hizo que su protagonista, un catolicísimo médico de la secta se enamorara de una enfermera de costumbres tan liberales, como para contemplarse con delectación desnuda frente al espejo. Grau se pasó horas tratando de convencer a la protagonista de que la escena era vital para reflejar esta "unión de contrarios": el ex-agente secreto de TOPAZ leyendo CAMINO de Escrivá en la habitación conyugal y la Cantudo enseñando el felpudo. La escena era para la versión B o de exportación, pero 4 meses después del rodaje Franco perdió el conocimiento y cuando volvió en sí ya era cadáver. Y, con él cayó la censura y la versión B pudo proyectarse en salas comerciales.

Y sí, el felpudo era real- y no bisoñé púbico- según confirmó la propia actriz, porque la decencia hispana no sólo no permitía la llamada depilación brasileña, sino que era tan extricta como la siciliana en cuestión de bigote labial femenino, aunque yo de esto no tengo las pruebas, a pesar de haber sido un entusiasta de los juegos de médicos y pacientas. Pero sí que las tengo de la nota que acompañaba la distribuidora de la película a las salas de cine en las que se exhibía y que rezaba así "LA ESCENA DEL ESPEJO DEL ROLLO 2 TIENE EXACTAMENTE X FOTOGRAMAS Y DEBE DE SER DEVUELTA EN SU INTEGRIDAD". Porque en España -y uno a sus 15 años también recortaba imágenes- era moda entre los proyeccionistas el recortar imágenes de esas que se proyectaban 25 veces por segundo. Y, claro, cortando cortando, lo sexy se iba evaporando.

En apoyo de lo que he contado- y para comprender mejor lo que voy a exponer finalmente- les cuento que yo lancé hace años la única copia íntegra existente de LA OSCURA HISTORIA DE LA PRIMA MONTSE, en la que Ana Belén- y también ante un espejo- exhibía un felpudo super cantudo. Ana Belén compró los derechos de exhibición(lo que yo llamo el PAY PER NO VIEW) no por razones morales, sino estéticas.

Y ahora termino; contemplen otra vez la foto del principio, que es un montaje de otras dos. La de arriba corresponde a la película original y la de abajo a la reciente versión en DVD de la película. ¿Quién dijo que se había acabado la censura? Ahora ya no se corta el metraje sino que se 'panescanea' la imagen. Lo restante, que también es muy jugoso, lo cuento en La trastienda
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Re: Censurando a la censura

Mensaje por PanchoVertigen » 23 Feb 2015 10:25

LA PECADORA HISTORIA DE "TARZAN AND HIS MATE" (TARZÁN Y SU COMPAÑERA)
Aprovechando que el siempre impecable fronky nos está deleitando con su serie tarzanesca, aquí va un breve comentario sobre lo que pasó a la segunda película de la serie y cómo desde entonces Tarzana Jane tuvo que visitar Zara antes de cada rodaje, limitándose Cheetah (Chita) a ser la única que pudiera exhibirse al desnudo.

Todo viene de esta secuencia que se rodó tres veces distintas: con Maureen O'Sullivan con ropa, en monokini y desnuda, según la moral y costumbres de los diversos países en los que iba a ser exhibida. Y aparte de la mami de la histérica Mia Farrow, aparecía también encuerada, la excelente nadadora olímpica Josephine McKim, quien doblaba a la actriz en las piruetas fluviales junto al excampeón olímpico Johnny Weissmuller. Eso sí él, como hacía de salvaje llevaba un sucinto bañador taparrábico.

Este atrevimiento, que pueden ver aquí abajo, llevó a Ruiz Gallardón Hays a redactar un código ético que impidiera en el futuro esos desmadres. Pero será mejor que lo vean ustedes mism@s, porque una imagen vale más que mil palabras + 21% de IVA.
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Re: Censurando a la censura

Mensaje por professor keller » 23 Feb 2015 15:29

PanchoVertigen escribió:Eso sí él, como hacía de salvaje llevaba un sucinto bañador taparrábico.
jajaja jajaja jajaja :aplauso:
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Ilustre Monarquía de Salón:
Se agradecería que devuelvan los más
de 500 mensajes míos desaparecidos


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Re: Censurando a la censura

Mensaje por PanchoVertigen » 04 Jul 2015 11:59

LA INCRÉIBLE HISTORIA DE VIRIDIANA

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¿Cuántos mendigos hay en el fotograma? Efectívamente, los doce apóstoles más el ciego Amalio (JoséCalvo), en su papel de Jesucristo en el centro, y Enedina (Lola Gaos), que ejerce de fotógrafa, sumarían catorce; sin embargo, si se mira con atención la película en ningún momento podremos volver a contar ese número de mendigos (como máximo llegamos a ver nueve), pues esta escena, como él mismo reconoció, es improvisada y tuvo que buscar en el momento de su realización a varios extras más para completar el grupo. Cuenten, cuenten los mendigos de Viridiana en su próxima revisión del film y descubrirán que la escena más famosa fue fruto de la genialidad de un instante o de algo premeditado con antelación, pero que en modo alguno, por razones obvias de censura, podía anticipar en el guión. Pero dejemos hablar a Juan Antonio Bardem, que vivió en primera persona el montaje de la película y sus avatares posteriores: "En la primavera de 1961, la película Viridiana ya estaba rodada y montada. Fue entonces cuando Uninci tuvo que hacer una proyección del copión de trabajo de la película. Allí sí estuve yo, en tanto que presidente del Consejo de Administración de Uninci. La proyección se hizo en los Estudios CEA, que disponían de un sistema "interlock". Es decir, un proyector para la imagen (copión de trabajo) y otro proyector sincrónico con el primero, para la banda de diálogos. Esa proyección se hacía para dos grupos diferentes: uno era la Junta de Censura y el otro UniEspaña, donde estaban agrupados y representados los Productores Cinematográficos Españoles.

El objetivo de Uninci con la Junta de Censura consistía en solicitar un consentimiento para poder sacar de España con destino a París el material necesario para realizar allí las mezclas de sonido y el tiraje de una copia "stándard" (eso entonces era una práctica habitual en el cine español. Los laboratorios franceses estaban incomparablemente mejor preparados para esos menesteres). Para eludir cualquier problema nosotros quitamos de ese copión dos planos: 1) el plano de la navajita crucifijo y 2) el plano de Lola Gaos levantándose las faldas y "fotografiando" la "última cena" de los mendigos.

Los censores querían saber qué música iba a acompañar las escenas del aquelarre final. Aun sabiendo que íbamos a poner el Mesías de Häendel, yo les convencí de que Buñuel no apreciaba en absoluto la música en sus películas y que a lo sumo pondría los tambores de su Calanda natal. El objetivo de Uninci y UniEspaña al hacer esa proyección también era obtener su visto bueno para que Viridiana concurriera oficialmente en representación del cine español en el inmediato Festival Internacional de Cannes (mayo de 1961). La contestación de UniEspaña, es decir de los productores españoles, fue la siguiente: (Sic) "La película no reúne las suficientes calidades técnicas y artísticas para representar a España en el Festival de Cannes". Unos años después, y cuando ya estábamos en plena "guerra Viridiana" con el Ministerio, Uninci quiso obtener una copia del acta de esa reunión de UniEspaña, pero el acta había desaparecido. Sin embargo, yo estuve allí y sé el nombre y la condición de los componentes de esa Junta de Productores. (En realidad, en Viridiana y Buñuel pasa un poco como con la democracia española: después de la desaparición del dictador, aquí todo el mundo es demócrata de toda la vida. Todo el mundo es ahora "buñuelista"). Bastaría un mínimo trabajo de investigación periodística y recoger ahora lo que dijo la crítica cinematográfica española con ocasión de la proyección de Viridiana en el Festival de Cannes. Porque sí fuimos a Cannes. El entonces director del Festival, M. Fabre Le Bret, invitó oficialmente a Viridiana como representación española. Viridiana ganó la Palma de Oro, ex aequo con la película francesa Une si longue absence, de Henri Colpi. Don José María Muñoz Fontán cumplió con su deber y subió a recoger el premio. Veinticuatro horas después, en la frontera de Irún, un "motorista" le entregó su dimisión fulminante. ¿Qué había pasado? Pues sencillamente que "L'Observatore Romano", la voz de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, había publicado al día siguiente de la proyección y del premio, una editorial que decía: (sic) "¿Cómo es posible que la católica España y la católica Polonia hayan presentado en el último Festival de Cannes dos películas tan blasfemas como Viridiana y Sor Juana de los Ángeles?" Para saber más al respecto ver EL CULTURAL

Por cierto, el actor que hace de leproso era un mendigo de verdad que Buñuel contrató obligando al productor a pagarle el mismo salario que al resto de sus compañeros, cuestión que originó más de algún importante cabreo del realizador calandino, pues en principio se negaron a cumplir con su justa pretensión. De igual forma, los trajes que visten los actores son reales, quiero decir, comprados ex profeso a mendigos auténticos.

Han pasado cincuenta años, pero aquel cine de una genialidad distinta e innovadora puede que ya no vuelva ni siquiera cambiado en el tiempo, cosa natural, ni tampoco porque se le someta, aunque todo puede llegar si este país sigue enquistado en los políticos torpes y manirrotos, a los que ya no les llega no sólo para cultura sino para educación. Es, por tanto, buena ocasión, en tiempos de crisis, buscar indicios culturales universales, como este de la celebración de los cincuenta de existencia de Viridiana, por lo que tiene de transgresora.

En 1960, y gracias a las gestiones de Paco Rabal y el lorquino Rafael Méndez, Luis Buñuel recibió el visado para regresar a España y filmar Viridiana. En la correspondencia de Buñuel con Rabal, publicada por la editorial Pre-Textos, se pueden leer los gestos de agradecimiento que el actor recibe del director por sus rápidos y eficaces movimientos con Ricardo Muñoz Suay para lograr el permiso. Y en el libro de Rafael Méndez también se aprecian las gestiones que el lorquino hizo acerca del que entonces era ministro de Franco, Fraga Iribarne, que ya había iniciado alguna tímida repesca de españoles en el exilio.

El regreso de Buñuel fue motivo de numerosas críticas de los españoles republicanos, que no veían con buenos ojos la vuelta de intelectuales y artistas a la España franquista. Pero lo que no sabían ellos es que Viridiana, finalidad del viaje del director, se convertiría en el ridículo más grande de aquel régimen. Sobre todo porque la película era una bomba con dispositivo retardado contra el propio franquismo.

Viridiana, realizada en 1961, no pasó la censura previa, sobre todo por el final, donde se insinuaba incesto entre primos que entran al dormitorio (Jorge —interpretado por Rabal— y Viridiana —Silvia Pinal—). Pero Buñuel cambió el final, y los primos terminaban en una mesa jugando a las cartas («prima, ya sabía yo que tú y yo terminaríamos jugando al tute»); aún más diabólica, si cabe, la decisión de Buñuel, fue aceptada de buen grado por unos censores pacatos que seguían burlados por el genial aragonés.

Juan Luis Buñuel, ayudante de dirección en Viridiana, recordó cómo escondió los negativos de la película de su padre bajo los aperos taurinos de la familia Dominguín. "Ningún policía sospechó. Al contrario, vieron las muletas y nos desearon suerte", dijo.

El gobierno español decidió olvidar las tendencias ideológicas del genio de Calanda e invitarle a retornar a su país para que pudiera rodar un filme con producción española y así poder mostrar internacionalmente una cierta apertura en su arcaica disposición dictatorial.
El resultado sería Viridiana, una película censurada y calificada de blasfema y obscena por el Vaticano y la propia administración franquista, incapaces de soportar el mordaz envite contra el catolicismo más encorsetado y la visión satírica y alegórica de la realidad española, en especial la burguesa, fusionando magistralmente los dos enfoques en la inolvidable y grotesca recreación del cuadro de “La última cena” de Leonardo Da Vinci con el “Mesías”
de Haendel de fondo musical.
La historia, empapada de humor negro y con una imaginería rica en simbolismos, oferta en su burlesca mezcolanza de sensaciones una absorbente atmósfera de anormalidad y una estética fascinantemente morbosa, que extasía por su audaz planteamiento fílmico dentro de una óptica ambigua e irreverente.
Buñuel no se aleja de la religión, la busca y observa, analizándola desde su perspectiva atea, desordenando las convicciones morales y existenciales de su personaje central, en contrapunto con el pragmatismo y hedonismo que subyuga los valores primordiales de la sociedad.
La bondad por la necesidad, la apariencia de la realidad, el trabajo por el rezar, el sentido de familia, las ideas o los hechos o la austeridad y la modernidad en dos concepciones vitales contrapuestas, encarnadas por Paco Rabal y Silvia Pinal en sus caracteres, enfrentados y atraídos sutilmente hasta que en conclusión, la joven novicia encara en silencio, ya con su pelo suelto, un rítmico, lúdico y liberador “ménage √≠ trois”.
La decisión de rodar Viridiana en España provocó que Buñuel fuese duramente criticado por los republicanos españoles en el exilio. Ante los ojos de muchos de sus compatriotas, el cineasta había claudicado ante el poder del régimen franquista.
Lo cierto es que la nostalgia se había apoderado del realizador aragonés. Alejado de su tierra natal desde 1937 y nacionalizado mexicano, Buñuel había visitado varias veces a sus familiares en la frontera franco-española hasta que, en 1960, se decidió a solicitar un visado de entrada en el consulado español en París. Para su sorpresa, el cónsul no puso ninguna objeción y el cineasta pudo regresar a España en calidad de turista.
La película fue representante de España en el Festival de Cannes, donde obtuvo la Palma de Oro, máximo galardón del festival, y la ovación unánime de público y jurado. Sin embargo, un artículo muy hostil publicado en el periódico oficial del Vaticano, L’Observatore Romano, provocó su inmediata prohibición en España. El incidente reivindicó la figura de Buñuel ante sus críticos y convirtió a Viridiana en una más de las películas prohibidas de este polémico cineasta.
Fue precisamente en esa visita cuando conoció al singular Gustavo Alatriste, entonces casado con la actriz Silvia Pinal. Alatriste le propuso a Buñuel algo que ningún otro productor le había ofrecido jamás: libertad absoluta. Ni siquiera le impuso -como se cree comúnmente- la condición de que su esposa protagonizara el filme.
Cuando Buñuel y Julio Alejandro terminaron el guión, Alatriste sugirió rodar la película en España. Buñuel puso como condición que Alatriste se asociara con la compañía productora de Juan Antonio Bardem, actor, director y productor hispano conocido por su espíritu de oposición al gobierno del general Franco. Aún con esto, la polémica se desató y los ataques a Buñuel aumentaron de intensidad a medida que el rodaje se avecinaba.
Viridiana fue filmada en Madrid en los estudios de Bardem y en una hermosa finca de las afueras. El rodaje transcurrió sin problemas ya que Buñuel contaba con suficiente presupuesto y con un equipo técnico y artístico de gran calidad.
La censura franquista objetó el final original de la cinta en el que Viridiana llamaba a la puerta de su primo, él abría y ella entraba cerrando la puerta detrás de ella. Obediente, Buñuel propuso un final diferente que terminó siendo más pernicioso que el primero y que, irónicamente, fue aceptado por los censores sin reparos.
El escándalo que siempre persiguió a Buñuel volvió a hacerse presente con Viridiana. En un alarde de audacia, el Director General de Cinematografía designó a la película como representante de España en el Festival de Cannes. La cinta obtuvo la Palma de Oro, máximo galardón del festival, y la ovación unánime de público y jurado. Sin embargo, un artículo muy hostil publicado en el periódico oficial de El Vaticano, provocó su inmediata prohibición en España y la destitución del osado funcionario.
El incidente reivindicó la figura de Buñuel ante sus críticos y convirtió a Viridiana en una más de las películas prohibidas de este polémico cineasta.

El negativo había sido trasladado clandestinamente a París. Con la excusa de que en la capital francesa existían mejores estudios para realizar la sono-rización y las mezclas finales -algo en parte cierto- la cinta llegó, sin pasar por la última censura de la dictadura franquista, al Festival de Cannes la noche anterior a su proyección. "Nos temíamos lo peor si antes de su estreno en Cannes era visionada por el director general de Cinematografía", recuerda hoy Pere Portabella, el productor de Viridiana, una de las obras mayores de Luis Buñuel.

La película, protagonizada por Silvia Pinal, Fernando Rey y Francisco Rabal, fue exhibida en la última jornada del certamen. El impacto que provocó fue enorme. Tanto, que el director general de la Cinematografía, José María Muñoz Fontán, desapareció del palco precipitadamente. Al día siguiente, el 18 de mayo de 1961, el jurado de Cannes, que ya tenía prácticamente decidido el palmarés, decidió conceder la Palma de Oro ex aequo a Viridiana y a Una larga ausencia, de Henri Colpi. Tal día como hoy... hace exactamente medio siglo. Viridiana, la película cuyo guion pasó la férrea censura franquista gracias a una historia clásica y galdosiana que, sin alusiones a los elementos fetichistas y religiosos como el famoso crucifijo-navaja, era más un "culebrón venezolano", en palabras de Portabella, que un filme brutal y anticlerical.

El negativo llegó al festival vía París y los censores no pudieron visionarlo
Muñoz Fontán, director general de Cine, fue destituido al volver de Cannes
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"Estoy preparado para irme de vacío"
"¿Y qué hacemos ahora con el premio? ¿Quién lo recoge?", fueron las preguntas que se planteó el equipo de la película tras la decisión del jurado en Cannes. "Buñuel estaba medio enfermo en París y nos avisó de que él no viajaría a Cannes. Así que su amigo Domingo Dominguín y Juan Antonio Bardem -ambos conocidos comunistas que trabajaban en la productora Uninci- tuvieron la brillante idea de ofrecerle al director general de Cine, Muñoz Fontán, que subiera al escenario a recoger la Palma de Oro como representante de España", dice Portabella. Era una manera de que todos quedaran salvados.

Muñoz Fontán, que se había refugiado en su hotel nada más salir de la proyección, aceptó el "regalo envenenado". Y tan envenenado. Nada más aterrizar en Madrid, al día siguiente de la ceremonia, el entonces ministro de Información y Turismo, Gabriel Arias Salgado, le citó en su despacho. Había sido fulminantemente destituido.

La polémica estaba servida. Y el gol de Buñuel al franquismo tomaba carta de naturaleza. L'Osservatore Romano, periódico oficial del Vaticano, calificó de "blasfema" la película y pidió la excomunión de todo el equipo. Se dijo incluso que la música de Händel y Mozart incluida en el filme era "perversa". Las autoridades franquistas, en lugar de prohibir Viridiana, negaron su existencia como película española. "La hicieron desaparecer, como si nunca se hubiera rodado", cuenta Pere Portabella. Al cabo de un tiempo, el coproductor mexicano Gustavo Alatriste, marido de Silvia Pinal, recogió el negativo refugiado en París y se lo llevó a México, donde consiguió que se le atribuyera la nacionalidad mexicana. Solo así se pudo estrenar.

Viridiana había supuesto la vuelta a España de Buñuel tras sus años de exilio en México. La dictadura franquista vio la oportunidad de instrumentalizar una supuesta apertura del régimen concediendo el permiso para rodar al cineasta aragonés. Lo de Cannes fue un gran éxito político. Viridiana supuso el fin de la carrera como productor de Portabella -tras Los golfos, de Carlos Saura, y El cochecito, de Marco Ferreri-, pero también una gran satisfacción moral y política. La misma que invade todavía a la profesora francesa Monique Roumette, que trabajó como becaria, con 21 años, en el rodaje de Viridiana y que protagoniza el corto documental Regreso a Viridiana, con guión de Juan Zavala y dirección de Pedro González Bermúdez. Regreso a Viridiana, que se presentó ayer en Madrid, se estrena hoy en la Sala Berlanga, antes de la proyección del filme de Buñuel en copia remasterizada.

Monique Roumette, testigo privilegiada de ese reencuentro del cineasta con España del que realizó un diario que conserva, sonríe con admiración cuando recuerda la genialidad de Buñuel: "La película parecía una cosa de santos, pero cuando veías el humor que tenía Buñuel te dabas cuenta de que se estaba preparando una bomba de relojería".

"Buñuel es un caso excepcional", asegura Portabella, "si solo hubiera realizado La edad de oro y Un perro andaluz, joyas del surrealismo, también habría pasado a la historia. Pero va más allá: su obra ha sido también reconocida como uno de los clásicos del cine mundial. Aún le quiero mucho".

El argumento de la película es lógico, ya que los hechos conducen a una consecuencia. Sin embargo, está presente el surrealismo en el significado de la película y en el humor. La trama se construye a partir del principio de la unidad de los opuestos y, al mismo tiempo, enlaza a todos los personajes a través de un hilo conductor representado por la comba (elemento de gran simbolismo) que le regala don Jaime a Rita y con la que se suicida colgándose de un árbol; posteriormente, volverá a aparecer en varias secuencias de la segunda parte, protagonizada por los mendigos. La primera y la segunda parte están muy bien diferenciadas. A nivel de la acción las dos partes se unen en el intento de violación que sufre Viridiana (en la primera parte por don Jaime y en la segunda por uno de los vagabundos). La atmósfera en ambas va creciendo en esa tensión sexual hasta el inevitable suceso, en ambos casos frustrados.

Estos dos intentos de violación, por tanto, son los puntos principales del filme. Con ellos, nos remite a la idea de la fuerza del deseo erótico de La edad de oro (1930). En el primer caso, don Jaime en la privacidad de su hogar pretende poseer a Viridiana tras haberla drogado (sabiendo de la imposibilidad de lograrlo estando ella consciente), hay una identificación que salta a la vista con la película Vértigo de Alfred Hitchcock (ambas películas rodadas en fechas muy próximas: Vértigo, en 1958, y Viridiana, en 1961). Inevitablemente, don Jaime nos remite a Scottie, el protagonista del filme de Hitchcock, que quiere poseer a una muerta.

Esta identificación con la película del director británico llega a su conexión más fiel en el momento en el que don Jaime le pide a Viridiana que se pruebe el vestido de novia que usó su mujer la misma noche en que murió. En Vértigo se produce la misma situación: el protagonista (James Stewart) le ruega a Judy (Kim Novak) que vista el mismo traje y que lleve el pelo de la misma manera que lo hacía su difunta amada (sin darse cuenta, hasta que ella tiene un despiste, de que es la misma mujer).

La censura franquista objetó el final original de la cinta, en el que Viridiana llamaba a la puerta de su primo, él abría y ella entraba, cerrando la puerta detrás de ella. Obediente, Buñuel propuso un final diferente (en donde Jorge, Viridiana y Ramona, la criada, juegan a las cartas, en una muy sutil referencia a un trío sexual) que terminó siendo más pernicioso que el primero y que, irónicamente, fue aceptado por los censores sin reparos.


Hace 50 años, el mundo también miraba al Festival de Cannes. Lo hacía conmocionado (y escandalizado) porque se otorgaba la Palma de Oro y la ganaba una película española, Viridiana, un hito que jamás ha vuelto a repetirse. Sin embargo, el motivo del escándalo no era la nacionalidad del filme sino su contenido. Luis Buñuel, en la cima de su prestigio, no recogió el premio más importante del cine mundial porque estaba enfermo en París y en su lugar lo hizo el director general de cinematografía de la época, José María Muñoz Fontán, a quien la osadía le costó el puesto. Un documental producido por el Canal TCM y dirigido por Pedro González, Regreso a Viridiana, rememora su rodaje y estreno de la mano de la profesora universitaria francesa Monique Roumette, quien trabajó como becaria mientras el genio de Calanda realizaba la que quizás es su película más emblemática.

Roumette, en el documental, recuerda un Madrid en el que las mujeres eran "terriblemente conformistas" y donde la censura se encargaba de controlar hasta el último detalle de lo que se rodaba y producía en España. Un examen exhaustivo del que sin embargo logró salir airoso Viridiana para pasmo de propios y extraños. Buñuel regresaba a España tras un largo exilio mexicano (una maniobra del régimen que pretendía propiciar cierta reconciliación) y su estrategia para burlar a la censura fue hacer pasar a la película por una especie de culebrón mexicano protagonizado por una piadosa (Silvia Pinal) que aunque decide abandonar el convento no cejará en su empeño de llevar sus ideas cristianas hasta sus últimas consecuencias.

Por supuesto, Viridiana no es un culebrón mexicano y la visión que ofrece de la religión católica, a la que trata con sana irreverencia, propone una lectura irónica partiendo del supuesto de la imposibilidad de llevar el ideal de caridad hasta sus últimas consecuencias. Aunque Viridiana, que también ha sido remasterizada para la ocasión y se exhibe en la sala Berlanga de Madrid estos días, también es una película sobre el despertar a la vida de una joven, la propia Pinal, que ha permanecido siempre recluida entre las paredes del convento y que se debate entre las bendiciones de una vida lejos del mundo sin sorpresas ni dolores y los riesgos de enfrentarse a la realidad, con el dolor que siempre conlleva el contacto con los demás. En realidad, Viridiana es una historia sobre la pérdida de la inocencia.

Los 50 años de la película sirven tanto para conmemorar sus virtudes artísticas como recordar la época en que se rodó, años aciagos para los artistas españoles que luchaban a brazo partido contra la rígida censura franquista. La película, en la que como recuerda Roumette durante el documental se rodó a escasos metros del Palacio de El Pardo, residencia de Franco, abunda en imágenes transgresoras para la época como cuando Fernando Rey, en el papel del turbio tío de la protagonista, se calza un zapato de tacón, cosa que, dice Roumette, "Buñuel filmaba con enorme elegancia". Recuerda también la profesora francesa las complicaciones de rodar con mendigos y la "humanidad" de Buñuel, al que describe como un hombre sensible y generoso a pesar de su aspecto hosco. El director se encariñó especialmente con el actor que hacía de leproso, el único vagabundo real de todo el reparto, e hizo gestiones para que se le pagara lo mismo que al resto. Asimismo, al parecer se lamentaba de que en España no hubiera tantos enanos y jorobados como en México.

Viridiana fue el cénit y el final de su productora, Uninci, a la que se prohibió tajantemente rodar ninguna otra película. De hecho, el ministro de Información y Turismo, Gabriel Arias Salgado, ordenó la destrucción de todas las copias después de que el diario del Vaticano, L'Osservatore Romano, calificara a la película de blasfema, cosa que Roumette recuerda como "una campaña de promoción gigantesca gratuita para la productora". Afortunadamente, sobrevivió una copia en París y el productor de la cinta, Gustavo Alatriste, pudo estrenarla en todo el mundo bajo bandera mexicana. La "campaña de promoción" sin embargo tuvo numerosos efectos desoladores. No sólo Uninci, también el otro productor, Pere Portabella, tuvo que abandonar el cine debido al escándalo. Y la película no se estrenó en España hasta 1977, dos años después de la muerte de Franco. Al parecer, el dictador vio la película dos veces y no encontró ningún motivo para prohibirla. Pero la condena del Vaticano pesó más que su propio criterio.
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montagut
 
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Re: Censurando a la censura

Mensaje por montagut » 11 Feb 2016 16:37

Una perla que he encontrado, buscar la pequeña diferencia que hay en la letra de la cancion:
https://www.youtube.com/watch?v=NR52jstxU78
o
https://www.youtube.com/watch?v=LSczhJ2qn2k

Respecto a la version original:

https://www.youtube.com/watch?v=dqqRJ2VekbQ

El cambio esta sobre el minuto y poco

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Re: Censurando a la censura

Mensaje por carnicerito » 26 Dic 2019 07:09

Un artículo (en francés) sobre las versiones de los carteles español y estadounidense de Curiosa (Lou Jeunet, 2019)...

http://albertmontagne.blogspot.com/2019 ... e-lou.html

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Re: Censurando a la censura

Mensaje por carnicerito » 16 Mar 2020 15:16

Desactivado el portal Memória da Censura no Cinema Brasileiro:

https://www1.folha.uol.com.br/colunas/m ... rsos.shtml

Parece que hay una copia operativa en Internet Archive: https://web.archive.org/web/20130728095 ... /video.asp

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Re: Censurando a la censura

Mensaje por carnicerito » 11 Jun 2020 07:50


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