Con ocasión de la aparición del triple disco de Tom Waits, "Brawlers, Bawlers, Bastards", y después de una minuciosa escucha, me ha parecido oportuno comentarlo en relación al conjunto de la obra de esta eminencia de la composición y el bel canto, y ello con la intención de tratar de ser justos con este hombre, lo que en su caso equivale a no ser tan indulgentes con él y mostrar sus puntos débiles.
Para empezar, las tres partes del disco:
Brawlers es a todas luces una continuación de Real Gone y de ese engendro bautizado como "pankubismo", que consiste en aderezar con unas pobrísimas bases rítmicas unas canciones sin norte ni patria emocional; aquí Waits maquilla la raquítica labor de composición recurriendo a su arsenal de instrumentos raros y al predecible celofán de sus habituales modos de producción.
Bawlers, un conjunto de baladas que coquetean con varias sensibilidades, del folk al jazz, es el disco más redondo, aunque contiene cortes superfluos. "Young at Heart", con su sabor hawaiano y su silbido aéreo, me pareció una pequeña joyita (los cantantes que silban en sus canciones, al igual que los que hacen "la la la..." forman un mundo aparte).
Bastards recoge piezas experimentales que Waits no ha sabido encajar en otros discos. En su mayoría son piezas habladas con un trasfondo musical vacío que carece por completo de interés. Cabe destacar, si acaso, la canción "On the road", basada en un texto de Kerouac, y "What keeps mankind alive", aguardentosa versión del tándem Weill-Brecht.
La pregunta, así, a quemarropa, es la siguiente: ¿tenemos que aplaudir el menor suspiro de Tom Waits como si fuera una obra maestra? ¿Qué sentido tiene arañar los baúles en busca de incunables y presentarlos en cofre de seda, cuando entre ellos apenas hay cuatro o cinco canciones dignas y ninguna a la altura del ilustre pasado? ¿Tenemos que rendir pleitesía eternamente, al igual que pasa con Bob Dylan, canonizado en vida?
Mi posición, completamente personal, es ésta: Tom Waits es uno de los grandes, tiene canciones y discos memorables, ha sido indudablemente uno de los autores más imaginativos que aparecieron en los años setenta, pero... también tiene mucho cuento, y lleva más de quince años repitiendo esquemas que hace pasar por originales sólo porque sabe edulcorarlos y presentarlos bien. Buena parte de su obra más experimental es, simplemente, un engaño, o si queréis, la construcción de mecanos musicales que poco tienen que ver con la inspiración.
Bueno, espero haber sido lo suficientemente contundente como para generar controversia. Si no ha sido así, puedo superarme, creedme.
Saludos y os espero